Correr en McLaren es garantía de éxito: muchos recursos, un buen equipo técnico y coches competitivos… excepto si la llegada al equipo de Bruce McLaren se produce en el momento más complicado del constructor. Esto es nada más y nada menos lo que le sucedió a Stephen South, un prometedor piloto en categorías inferiores que se encontró con que su oportunidad le llegó en un momento horrendo para una McLaren a punto de llegar al final del camino.
Tras ser campeón de la Fórmula 3 británica y destacar en la Fórmula 2, South parecía llamado a llegar a la Fórmula 1. Su gran oportunidad le llegó en el Gran Premio de Estados Unidos Oeste de 1980 celebrado en el circuito de Long Beach. Alain Prost se había lesionado la muñeca y no podía correr así que el trabajo recayó en South. El McLaren M29 era estrepitosamente poco competitivo pero el piloto tampoco logró estar a la altura, sin la preparación necesaria.
De esta forma, South no logró clasificarse, quedando en última posición en los entrenamientos a tres segundos de John Watson con el otro McLaren. Para la siguiente carrera, Prost estaba de nuevo en el cockpit de su coche y South se vio obligado a buscarse la vida por Estados Unidos en la Can-Am. A finales de año sufrió un accidente tras el cual perdió parte de una pierna, llegando a su fin su carrera deportiva. Lo que pudo haber sido si el McLaren hubiera sido un buen coche…
En el anecdotario, Stephen South se une a Nanni Galli, Helmut Marko y Tony Trimmer como los únicos pilotos en inscribirse para un Gran Premio con McLaren pero sin llegar a tomar la salida jamás con ese equipo -el único de ellos que se clasificó fue Marko, que por problemas técnicos no pudo estar en la salida del Gran Premio de Alemania de 1971. De entre ellos, solo Galli y South lo hicieron dentro del equipo oficial, siempre con la salvedad de que el italiano lo hacía con el motor Alfa Romeo.