El trofeo del Gran Premio de China cambió el año pasado, volviendo al diseño usado en 2010 -representando una rueda en movimiento y el fuego al estilo del antiguo arte chino- pero entre 2011 y 2014 el trofeo adoptó un aspecto característico que más allá de gustar o no, conseguía ser original y étnico a la vez. Ganaba personalidad, si es que puede decirse que un trofeo tiene de eso. Pero, ¿cual es la historia detrás de ese extraño objeto?
Aunque para los occidentales ese particular objeto no dice absolutamente nada, los aficionados locales reconocen inmediatamente las formas del famoso trofeo -que cada año cambiaba un poco de color y si nos fijamos de cerca llevaba disimulados los logos de UBS, patrocinador de la carrera-. Se trata nada más y nada menos del tradicional incensario que puede encontrarse en cada templo chino.
Se trata de una curiosa elección pero que tiene un cierto sentido si nos ponemos poéticos. Para los ciudadanos de cultura china, el incensario es algo que les acerca a lo divino. Son elementos importantes en días señalados como el año nuevo, los nacimientos, funerales y demás. Por lo tanto, en cierta forma es como si el incensario fuera parte de la celebración de la bienvenida de un nuevo campeón, a la espera del del año siguiente. Y así la rueda -como el trofeo actual- sigue girando.