Desde principios de la década de los 80, Bernie Ecclestone quería un gran premio de Fórmula 1 en la Unión Soviética. Puede que como británico, hubiera cierto «morbo» en poner una carrera más allá del telón de acero. O puede que él creyera en el negocio que podía haber allí. Al final los intentos con la Unión Soviética no prosperaron pero en 1986, la Fórmula 1 desembarcó en Hungaroring, cerca de Budapest.
De esta manera se cumplía uno de los sueños modernos del mandamás de la Fórmula 1, que conseguía poner dentro de lo que aún se percibía como el mundo comunista un gran premio de la categoría reina del automovilismo, algo percibido a todas luces como una muestra del capitalismo imperante en el mundo occidental. A efectos prácticos no fue nada especial, ni tampoco cambió el rumbo de la Fórmula 1.
Pero sí fue una muestra del cambio que empezaba a haber en algunos paises de la zona que empezaban a modernizarse y a alejarse ligeramente del comunismo que había marcado su «evolución» durante las décadas anteriores. Para la Fórmula 1, fue la llegada de un circuito que nunca ha sido muy querido pero que de alguna manera lleva ya 30 años fijo en el calendario. ¡Y con algunas carreras memorables!