Si es habitual que en el mundo de la industria haya especial cuidado para que los ex-empleados no se lleven los secretos a la competencia, la Fórmula 1 es otro buen ejemplo de eso tan temido por las empresas y los equipos (más aún por los ganadores) llamado espionaje o fuga de información. Es por ello que en los contratos las escuderías suelen incluir cláusulas que impidan trabajar en un periodo de tiempo determinado a sus cargos de responsabilidad para otra formación.
Es el caso de Mercedes AMG que según la agencia de noticias Bloomberg ha denunciado a uno de sus ingenieros que formaba parte de la fabricación de las unidades de potencias, Benjamin Hoyle, por al parecer haber robado datos confidenciales con la intención de llevárselos a Ferrari, escudería para la que ficharía una vez finalizado su contrato con la firma de la estrella a finales de este 2015. A pesar de que Mercedes tomó algunas medidas para prevenir que se llevara información confidencial del equipo, Hoyle se las ingenió para recabar informes de carreras y otros archivos encriptados que los alemanes le ‘pillaron’ leyendo.