Si hace unas semanas, tras el Gran Premio de Mónaco se deslizaba que había habido un acuerdo verbal entre FOM, los responsables del ACI y los representantes del Circuito de Monza, la sorpresa llegaba a mediados de julio cuando Imola aseveraba haber llegado a un acuerdo con la FOM para albergar ya desde 2017 el GP de Italia. Como ya decía en aquel momento mi compañero Eloy, la pelota estaba en el tejado de la CSAI, la cual tenía que dar su beneplácito para cambiar la sede de la carrera y apoyar económicamente a los dirigentes del Autódromo Enzo e Dino Ferrari.
Ahora, la Gazzetta dello Sport ha hecho público que Monza quiere seguir manteniendo el Gran Premio de Italia las próximas cuatro temporadas por un montante de unos 88 millones de euros (la voluntad inicial era la de llevar el contrato hasta 2022 para celebrar así el centenario del Templo de la velocidad). Ahora el problema está en que después de que los responsables de Monza hayan cedido a parte de las exigencias de Ecclestone, Imola ya tiene acuerdo con la FOM y amenaza con llevar frente a la justicia a los propietarios de los derechos de la Fórmula 1 por incumplimiento de contrato.