Esta décima participación del piloto madrileño será recordada por la buena suerte de la pareja española, por mucho que haya que lamentar el abandono que vuelve a privar a ambos de sumar un nuevo Dakar a sus respectivos palmarés. Y es que tal y como se ha podido ver en las imágenes el accidente sufrido por el Peugeot 3008 DKR con el dorsal #304 y el haber escapado del mismo sin lesiones graves, ni ellos, ni ningunos de los espectadores allí presentes es de tener mucha buena suerte.
Buena suerte por la gravedad del accidente. El ritmo que se está llevando en el Dakar actualmente es más propio del Mundial de Rallyes, y cualquier error o problemas te llevan a pagarlo muy caro. El propio Sainz reconocía tras ver las imágenes haber entrado muy colado en esa curva al pensar que era mucho más recta. Las características del buggy tampoco ayudaron a que se clavara y comenzara el vuelco. El resto, ya lo conocéis. Abandono y un dolor en la zona lumbar como mayor inconveniente físico en el caso del bicampeón del WRC.
Aunque en toda esta ecuación hubo otros elementos invitados que no debían estar allí y que a punto estuvieron de salir muy mal parados. Y es que, tal y como pudimos ver el año pasado en la prólogo, uno de los problemas de esta nueva etapa del Dakar, es la mala colocación en muchos casos de los fieles aficionados sudamericanos (¡Ojo! nosotros tampoco podemos presumir de ello). Tocará seguir trabajando en ello para que no tengamos que hablar más de la diosa fortuna.
En cuanto al resto, no voy a entrar una vez más en si Sainz ha tenido o no fortuna en su carrera. El ser dos veces Campeón del WRC, una vez de la Copa FIA, otra del Dakar y además uno de los pilotos referentes para las generaciones posteriores del Mundial de Rallyes, habla por sí solo. Mi recomendación para los aficionados es que sigan disfrutando de él, y de su carácter hasta que decida parar.