La llegada por primera vez al Gran Premio de Mónaco es distinta para un joven de 17 años. Mientras que a pilotos como Nico Rosberg les supone responsabilidad por hacerlo bien frente a tus vecinos o a Lewis Hamilton le produce ansiedad tras haber perdido en España su racha, en el caso de Max Verstappen se convirtió en su patio de recreo. El piloto de Toro Rosso se lo pasó en grande, tanto en carrera como fuera de ella. Si no me creéis preguntádselo a su padre, Jos.
Además de las fotos de rigor en el puerto, Max tuvo un rato para dar una vuelta al volante de un Renault Clio RS al trazado del principado. De copiloto su padre, haciendo un reportaje para la cadena de televisión para la que actualmente trabaja. Las caras de Jos son dignas de ver, incluso en más de un momento se le ve ‘apurado’, algo difícil de ver en todo un ex-piloto de Fórmula 1. Supongo que a papá Verstappen se le sigue haciendo extraño montarse con su hijo en un turismo, más sabiendo que Max no tiene todavía licencia para conducir un coche de calle, pero sí para lanzarse a 300 km/h por las calles de Mónaco. Los subtítulos son Made in Toro Rosso y no tienen correlación con las imágenes.