Siete veces ha sido seleccionado como Piloto del Día, más que ningún otro y a pesar de apenas ganar en una ocasión, así que para los fieles seguidores del joven holandés cualquier resultado es válido para destacar su actuación, así sea una equivocación en pits o su posterior abandono en Austin. Una lectura de todo este panorama sería que Max Verstappen es la figura mediática más sobresaliente de la actualidad.
Una combinación de juventud, talento, audacia, irreverencia y hasta imprudencia han elevado a Max Verstappen hasta la cima de la popularidad. Se debe aceptar que a sus 19 años de edad es toda una estrella de la Fórmula 1 y además disfruta del apoyo de Red Bull, una poderosa escudería que también es la vitrina de una firma comercial de proyección mundial. No es casual entonces que desde su traslado desde Faenza hasta Milton Keynes inició el boom mediático que le ha llevado a ser el Piloto del Día en España, Canadá, Austria, Gran Bretaña, Malasia, Japón y Estados Unidos.
Por muy críticos que resulten sus detractores, es innegable que los seguidores de Max Verstappen se han constituido en una fuerza cuyo accionar debería ser tomada en cuenta. El piloto no tiene nada que ver en que sus fanáticos voten por él, eso es criterio de cada quien y esa voluntad debería ser respetada más allá de estar o no de acuerdo con su elección. Que un piloto cuya trayectoria en la Fórmula 1 apenas está iniciando resulte el más atractivo para las masas más bien debería llamar a la reflexión en lugar de cuestionar su validez como el más destacado de una carrera.
Ciertamente, el sistema de votación en línea demostró ser vulnerable, con la elección de Río Haryanto en Australia, pero posteriormente la mayoría que se expresó han seleccionado a Romain Grosjean, Daniil Kvyat, Kevin Magnussen, Sergio Pérez, Kimi Räikkönen, Daniel Ricciardo, Lewis Hamilton, Nico Rosberg y Sebastian Vettel; como los más destacados en grandes premios puntuales a lo largo de la temporada y no existió mayor cuestionamiento a sus respectivos méritos.
El problema acá, como en todas las democracias, es que una minoría, o los que no votaron, se crea con derecho a cuestionar a la tendencia ganadora. Si Max Verstappen gusta a la gente así como es, entonces por qué insinuar que todos están equivocados y que el holandés no merece el reconocimiento popular. Negar que Max Verstappen es un fenómeno que congrega multitudes para justificar que sus seguidores carecen de sentido común sería un error, más bien se debe aceptar que el holandés está aproximando la Fórmula 1 a una cantidad de jóvenes que asumen la iniciativa de integrarse y participar desde sus trincheras virtuales.
