El paso del equipo sueco Nika Racing por el Mundial de Turismos va camino de convertirse en un chiste sin gracia. Tras algunos años compitiendo en el Escandinavo de Turismos con un Chevrolet Cruze, la adopción de siluetas en su territorio de origen le obligó a huir hacia delante y dar el salto al WTCC en 2013, donde no hicieron mal papel: el danés Michel Nykjaer brilló hasta que se le agotó el presupuesto. El problema vino después.
Cuando el Mundial de Turismos introdujo el reglamento TC1, Nika se quedó sin coche con el que competir para 2014. Decidieron entonces llegar a un acuerdo con Honda para ser su primer equipo privado en 2015, corriendo mientras tanto con un Honda Civic viejo que sólo vimos en una cita, en Hungría con el japonés Yukinori Taniguchi al volante. Pero bueno, era una temporada difícil y también vimos a Campos Racing hacer lo que podía con los viejos SEAT León.
Para 2015 estaba previsto el regreso por la puerta grande de Nika, con apoyo de Honda Suecia y un piloto de plenas garantías como Rickard Rydell. Empero el sueco sólo disputó tres citas tras sufrir una intermitente enfermedad y terminar decidiendo retirarse. Aún así Nika hizo el esfuerzo de hacer caso al promotor del campeonato, François Ribeiro, y aprovechar su coche para dar la alternativa a Néstor Girolami, que corrió dos citas. Y patada a seguir tras no hacer ni media temporada.
De cara a 2016 la cosa prometía algo más. Celebraron una pomposa presentación en Suecia con invitados propios del famoseo local, anunciaron acuerdos con una revista de moda, aparecieron en la lista de inscritos con un joven piloto del país como John Bryant-Meisner y… llega la primera cita y no aparecen. Tranquilidad, que la explicación es que han vendido su Honda Civic a los húngaros de Zengo y para la segunda llevarán un Chevrolet Cruze. Pero llega la segunda cita y tampoco. Ahora la culpa es del piloto y sus patrocinadores. Y así es como un equipo de Campeonato del Mundo corre seis citas de las últimas 26.