Una pista de karts y un Lancia Delta S4 Grupo B. Normalmente estas dos palabras no suelen ir juntas en la misma frase, principalmente porque los coches que dominaron la década de los ochenta y quedaron marcados en el recuerdo de los aficionados, no se caracterizaban por ser los más agiles y dóciles del planeta. Especialmente en el caso del Audi Quattro S1, al cual, su chasis y disposición mecánica lo hacían tener una tendencia claramente al subviraje, algo que empeoraba cuando hablábamos de más de 500 CV de potencia bajo el pedal derecho.
Y lo cierto es que ver al Delta S4 bramando con su motor de doble sistema, con compresor volumétrico y turbocompresor, en una pista de karting cubierta es una experiencia difícil de olvidar. Especialmente podemos apreciar la rigidez del chasis del modelo italiano preparado por Abarth y la gran capacidad de aceleración que tenía gracias al brutal par y los neumáticos slick.
Si no habías visto el vídeo hasta ahora, no sé a qué estás esperando. Precisamente el Delta S4 es el protagonista de una de las historias/falsos mitos más populares del Mundial de Rallyes. La misma que decía que Henri Toivonen a su volante se habría podido meter entre los diez primeros de la parrilla de Fórmula 1 de 1986.