Si hubiera que preguntar a un piloto de rallyes cuál sería su sueño, la mayoría coincidirán en que ganar una prueba del Mundial es uno de los objetivos máximos a los que aspirar, el título del WRC para aquellos más atrevidos y que pongan sus miras más alto. En apenas una semana, el calendario de las series intercontinentales llegará por primera vez a Turquía desde 2010, por lo que las cartas llegan barajadas para la mayoría de los pilotos oficiales, desconociendo que se encontrarán en unos tramos que siempre han sido considerados duros por sus altas temperaturas y sus recorridos muy áridos. La nueva localización, en torno a la localidad costera de Marmaris parece que es punto de arranque de cero incluso los más veterano.
Más allá de la incertidumbre que genera la entrada de una prueba ‘nueva’ tanto para pilotos como para equipos, los aspirantes a la victoria cuentan con un aliciente más para tratar de alcanzar el escalón más alto del podio. El director de la Federación Turca (TOSFED) anunciaba en la antesala de la disputa de la prueba que el ganador tendrá un premio especial del que podrán disfrutar tanto su familia como amigos. Concretamente se trata de un viaje de una semana con los gastos pagados a bordo de un lujoso yate de 47 metros de eslora que ha sido bautizado con el nombre de “Bebe”.
En su interior, prácticamente las instalaciones propias de una mansión, incluido jacuzzi, piscina e incluso una sala de estar con piano que a buen seguro divertirá a los Sébastien Ogier, Ott Tänak o Esapekka Lappi (por nombrar a algunos) y sus familias que disfruten de este formidable premio de vencedor. En el caso del francés, un triunfo sería una buena forma de reponerse de los últimos sinsabores, además de la oportunidad perfecta para recortar su desventaja en la clasificación general respecto a Thierry Neuville.