El Gran Premio de Brasil de 2003 fue una absoluta locura, de las carreras más salvajes que la Fórmula 1 ha vivido en los últimos veinte años. Salidas de pista, accidentes, estrategias locas -algunas de las cuales no llegaron a poder llevarse a cabo aún estando planeadas- y un resultado imposible de preveer antes de la salida. Todo esto, con una entrega de trofeos muy particular.
La victoria fue otorgada inicialmente a Kimi Räikkönen tras interrumpirse la carrera por el accidente de Fernando Alonso -que fue tercero a pesar de ello-. El finlandés había superado a Giancarlo Fisichella y dirección de carrera tomó como válido el último paso por meta del líder… sin caer en un pequeño detalle que Eddie Jordan reclamaba continuamente: la última vuelta válida según el reglamento en caso de interrupción es aquella en la que todos los pilotos pasan por meta.
El error inicial no fue corregido hasta el día siguiente, con lo que cuando la Fórmula 1 llegó a la siguiente carrera en Imola, se organizó un acto en la recta de meta en el que McLaren y el propio Räikkönen hicieron entrega del trofeo de vencedor del Gran Premio de Brasil a Fisichella y Jordan. ¡Nunca antes ni después un rival ha sido el encargado de dar un trofeo!