El pasado jueves, antes de que los monoplazas salieran a pista para realizar los entrenamientos libres, el apellido Rosberg volvió a pasearse por las calles de Mónaco de nuevo subido en un monoplaza. Lo hizo además para una ocasión especial, ya que la exhibición fue doble. Padre e hijo, Keke y Nico, rodaron juntos con los coches que pilotaron en el pasado, el primero de ellos para Williams Grand Prix Engineering Ltd y el segundo para Mercedes AMG F1.
Sin duda fue un momento especial. En Mónaco, su hogar, junto a su padre, de nuevo en un Fórmula 1 después de meses en los que el alemán ha estado centrado en otros muchos proyectos personales y profesionales que le habían ayudado en parte a olvidarse por un momento de esta situación de piloto jubilado en la que vive desde finales de 2016. El FW08 y el W07 rodaron juntos, quedando patente a simple vista la gran diferencia entre los monoplazas con casi 35 años de diferencia. Así lo vivieron ellos:
