Por todos es conocida la afición a las carreras de Akio Toyoda, el presidente de Toyota Motor Corporation. Un hombre que es capaz de pasar de relativamente serio abogado que dirige una de las compañías de automóviles más importantes del mundo a apasionado piloto de carreras para el que sus orígenes son casi más un problema que una ayuda. Porque quiere vivir el mundo del automovilismo como el ‘petrolhead’ que es. Documentadas están sus participaciones en las 24 horas de Nürburgring bajo el seudónimo de «MORIZO» (representado en ese «monigote» en forma de caricatura que los pilotos de Toyota GAZOO Racing llevan a menudo en sus banderines y demás), además de sus pruebas con el Yaris WRC. El pasado fin de semana, Toyoda volvió a enfundarse el mono de carreras y a dejar la presidencia de lado por un día. Fue con motivo de la última carrera del año de la Super Taikyu y estuvo acompañado por su hijo, Daisuke Toyoda.
Oficialmente, de hecho, la pareja de pilotos era MORIZO y Daisuke Toyoda, compartiendo padre e hijo el Toyota 86 número 29 de T’s Concept con el patrocinio de Ogura Clutch dentro de la clase ST-4, la segunda comenzando por debajo en la Super Taikyu. No fue una carrera fácil para ellos, con muchos problemas técnicos que hicieron que terminaran en duodécima posición en su clase a 26 vueltas del vencedor. El causante de la gran pérdida de tiempo estuvo en la línea de transmisión, que dejó a Akio Toyoda con solo veinte vueltas dadas, por cincuenta y cinco de su hijo Daisuke. Lamentablemente, con tanto tiempo perdido y tan pocas vueltas dadas, no hubo manera de evitar estar a la cola del pelotón, aunque sí lograron estar clasificados oficialmente en la carrera.
Siendo justos, la presencia de Akio Toyoda (o MORIZO, claro) es más anecdótica que otra cosa. Sus registros tuvieron solo por detrás a dos pilotos que apenas dieron cuatro y cinco vueltas respectivamente, con evidentes problemas mecánicos. De hecho, «MORIZO» tuvo un mejor tiempo que quedó a casi cuatro segundos y medio del de su hijo, siendo este un par de segundos más lento que los pilotos oficiales de la marca que compiten en el equipo TOM’S. Afortunadamente para Toyota, el presidente es mucho mejor en su trabajo de lo que es pilotando. Pero eso no quita la apreciación que genera un hombre que es capaz de «ensuciarse las manos» y que quiere que le traten como a un piloto más. Si hay una forma mejor de entender de qué va todo esto que sentarse en el asiento del piloto, nosotros no la conocemos.