La historia de Alfa Romeo en la competición es dilatada y aunque en la actualidad forman parte del Campeonato del Mundo de Fórmula 1 en su asociación con el equipo Sauber, la firma del quadrifoglio tiene un pasado en las carreras difícilmente igualable por cualquier otro fabricante europeo. Los italianos llegaron a formar parte incluso de la era dorada de los turismos, especialmente en las etapas previas de un DTM que actualmente lucha para sobrevivir y poder afrontar un futuro más prometedor de la mano de las nuevas tecnologías y una etapa de transición con los GT3.
Es momento precisamente de remontarse a esos años mágicos del campeonato alemán, cuando en plena década de los sesenta los Grupo A maravillaban en el Mundial de Rallyes, los Fórmula 1 empezaban a demostrar de qué era capaz la tecnología y las carreras de turismos maravillaban a todos los aficionados, especialmente cuando veíamos a los Mercedes-Benz C-Class, Opel Calibra V6 4×4 (ganador a la postre de la temporada 1996 del ITC) y los Alfa Romeo 155 V6 Ti competían puerta con puerta para coronarse campeones entre posiciones dignas de funambulistas y nubes de chispas que saltaban a cada toque de la barriga del coche contra los pianos. Un espectáculo visual sin precedentes.
Precisamente esa última generación de vehículos del International Touring Car Championship, antes de que el campeonato no se disputara entre los años 1997 y 2000, es recordada con mucho cariño, ya que precisamente marca el final de una era, antes de que la filosofía de siluetas y vehículos hipermusculosos se impusiera ya a comienzos del Siglo XXI. Ahora es la prestigiosa casa de subastas de RM Sotheby’s la que se ha empeñado en pellizcarnos el corazón al sacar a subasta la unidad con el chasis número 005 del Alfa Romeo, decorada con los todavía más icónicos colores de Martini Racing.
Concretamente este es el coche que empleó Nicola Larini durante algunas pruebas, consiguiendo la Pole en las carreras celebradas en el trazado francés de Magny-Cours y en Mugello, además de las victorias en el trazado italiano y en Interlagos, llevando al polivalente piloto transalpino hasta la undécima plaza de la general tras un reguero de abandonos durante aquella campaña de 1996 en gran parte por el propulsor empleado en la primera mitad del calendario. Bajo el capó se mantiene a pleno rendimiento el motor V6 de 2.5 litros y casi 500 CV de potencia que empleó al final del año y que enamoraba con su sonido allá por donde pisaba al mismo tiempo que devolvió a las posiciones de honor a Larini.
Al terminar el año, el coche regresó a Alfa Corse, donde se mantuvo con el baquet y el volante que se empleó en competición, dándole salida a dos coleccionistas privados que se han encargado de mantenerlo durante las últimas dos décadas, incluso realizando una gran inversión de unos 350.000 euros para restaurarlo completamente y mantenerlo en ‘orden de marcha’, tanto que incluso se ha dejado ver en las DTM Classic Series. En cuanto al precio, la propia RM Sotheby’s considera un precio de salida de entre 700.000 y 800.000 euros.