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Arte virtual capaz de trasladarnos a las primeras tardes de gloria de las flechas plateadas

En una época en la que el cine se gasta millones de euros en escenas recreadas virtualmente, que los videojuegos son capaces de trasladarnos a otros mundos con únicamente un click o pulsar un botón. Con el tiempo, este tipo de entornos virtuales también se han convertido en arte y nos deparan obras tan espectaculares como las realizadas por los artistas checos Petr Milerski y Jan Rambousek, capaces de llevarnos a la década de los 30 en los que las “flechas de plata” eran absolutas protagonistas del automovilismo.

Con cinco imágenes que repasan la historia de los primeros vehículos de competición con la firma de la estrella, los dos artistas han querido transportarnos a otra era, con todo detalle, casi como si hubiésemos montado en nuestra máquina del tiempo para tomar allí una fotografía en alta definición de lo que estaba ocurriendo. Comenzando desde la carrera en Eifel en la que debutó el W 25, el primer coche al que se le dio el sobrenombre de las Silver Arrows que se ha mantenido hasta el W08 Hybrid que compite en la actualidad en el Mundial de Fórmula 1.

En aquel momento, el reglamento rezaba que el peso máximo sin ruedas y en vacío no podía superar los 750 kilogramos, algo que el Mercedes W 25 no cumplía por sólo un kilo. A grandes males, grandes remedios. Los técnicos decidieron retirar durante la noche la pintura blanca que representaba a los coches alemanes en competición, dejando a la vista la carrocería de aluminio y su distintivo tono de color plata. El 3 de junio de 1934, Manfred von Brauchitsch les daba la primera victoria a las flechas plateadas, haciendo que la historia se convirtiera en mito.

Cada imagen no sólo implica un buen tratado digital y la creación de edificios y automóviles, también obligó a una gran tarea de documentación y vestuario.

Si la primera imagen muestra precisamente ese ambiente que se vivía en los garajes en aquella época, muchas veces trabajando de sol a sol para poder poner a punto y reparar los coches con los medios que había en ese momento, la segunda habla de los muchos peligros que perseguían a los pilotos y equipos también en las entradas en voces. Concretamente también con von Brauchitsch como protagonista, nos muestra un suceso ocurrido durante la temporada 1938, cuando el motor de tres litros del W 154 se prendía fuego en uno de los repostajes y Manfred debía ser prácticamente arrastrado para alejarlo de las llamas. Se podría extinguir este conato de incendio y podría volver a la carrera, aunque sólo una vuelta después, el fogoso piloto alemán se retiraba por accidente.

Las otras dos imágenes presentadas por la agencia de estos dos artistas checos presentan el circuito de AVUS y toda la ambientación que había en aquel momento en uno de los circuitos más rápidos y espectaculares de la época, el cual asistió a los duelos entre Auto Union y Mercedes-Benz para ser los mejores también en las pistas. El 30 de mayo de 1937, el W 125 equipado ya era capaz de completar carreras a una velocidad de 261,7 km/h en manos de Hermann Lang, algo que obviamente significó el récord de la carrera más rápida del mundo.

La última, nos traslada a Libia, con motivo del Grand Prix de Trípoli realizado en el circuito de Mellaha en 1935. Con más de 10.000 espectadores en las gradas y un bochornoso calor, la pista se convirtió en una pista de patinaje. Los aficionados esperaban una victoria italiana (en aquel momento el país era una colonia de Italia), sin embargo, Rudolf Caracciola consiguió imponerse al Auto Union de Achille Varzi y al Mercedes de Luigi Fagioli para coronarse vencedor después de 502 kilómetros de carrera.

No deja de resultar apasionante la capacidad de recrear unas imágenes que nunca han existido, que sólo han perdurado con el paso del tiempo gracias a las historias contadas de boca en boca y a las crónicas de los allí presentes.

Vía | Mercedes-Benz

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Iván Fernández

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