No debe ser fácil el cumplir un sueño de un cuatro veces Campeón del Mundo de Rallyes en lo que automovilismo se refiere. En el caso de Sébastien Ogier, ha podido disfrutar de algunos presentes y experiencias con las que soñó de niño. Desde tener su propia Ducati edición especial Ayrton Senna (su ídolo de niñez dentro de las carreras) hasta, finalmente, conseguir ponerse tras el volante de una de las máquinas más rápidas del planeta, un monoplaza de Fórmula 1.
Fue Red Bull, su patrocinador personal desde su etapa en Citroën, el que le daba esta oportunidad hace ya unas semanas. A finales de junio, Ogier aprovechaba el descanso entre Cerdeña y Polonia para desplazarse a Spielberg y allí, en la pista de la compañía y con los consejos de David Coulthard, uno de los componentes más activos de RBR, pudo cumplir el sueño de pilotar uno de los coches de la categoría reina de los circuitos.
Concretamente fue el RB7, esta vez vestido con los colores que actualmente luce el monoplaza de 2017 en el Mundial de Fórmula 1. Excitación y algo de nerviosismo para enfrentarse a una de las pistas más rápidas del actual calendario. No es el primer piloto de rallyes que puede probar uno de estos monoplazas, e incluso, al igual que Tommi Mäkinen o Carlos Sainz, Ogier también tuvo algún susto durante su test, pero por su sonrisa al final de la jornada parece que fue bastante satisfactorio.