La edición de este año del Salón de Ginebra nos está dejando una sensación de cierta orfandad a los aficionados a los automóviles. Salvo contadas excepciones, la mayoría de los fabricantes han mostrado vehículos fríos, en los que incluso el conductor carecerá de poder de decisión y en el que precisamente esa palabra, conductor, perderá todo sentido. Hace unas semanas, uno de mis compañeros preguntaba, “¿Por qué el coche del futuro no va a ser excitante?” y lo cierto es que, a pesar de las señales que hemos tenido durante los últimos meses, sigue habiendo cierto lugar para la esperanza.
La cita helvética también nos ha permitido ver la otra cara. Vehículos como GR Supra Concept de Toyota nos muestran que sigue habiendo interés por parte de las marcas de ofrecernos productos o trabajos conceptuales que emocionen, que despierten en nosotros emociones y que sigamos viendo al automóvil como algo más que un método de transporte, más allá de gustos por un diseño u otro que podamos tener. Siempre he defendido que la competición debe ser el hilo conductor entre los apasionados por los coches y las marcas, algo que seguramente sea incluso más vital para nosotros en la próxima década si queremos que la filosofía actual del automóvil no desaparezca.
Este anticipo de la nueva generación del Toyota Supra no estuvo solo representando al reducto de competición allí presente. Además de vehículos actuales como el RB13 de Red Bull Racing, el Peugeot 208 WRX de 2018 o el Fiesta WRC de Sébastien Ogier en el stand de Ford, también se presentaron dos hiperdeportivos que, con el posible rumbo del Mundial de Resistencia, podrían empezar a cobrar sentido.
Recordemos que ACO, junto a la FIA y algunos fabricantes, llevan unos cuantos meses discutiendo acerca de la posibilidad de un cambio radical del reglamento de LMP1, adoptando en este caso lo que se podría considerar como un reglamento GT1/GTP moderno, aprovechando en parte el aluvión de hiperdeportivos presentados por los distintos fabricantes, la gran mayoría utilizando tecnología híbrida.
Sí, sería muy difícil equiparar las prestaciones tan distintas de configuraciones mecánicas como las del Project One de Mercedes o el GR Super Sport Concept de Toyota, sin embargo, comenzarían a cobrar más sentido aún para las marcas el dar a luz proyectos tan excitantes y extremos como los antes mencionados, algunos de ellos careciendo incluso de licencia para circular por la calle.
AMR Valkyrie Pro, el añorado LMP1 de Newey:
Dos ejemplos perfectos de hiperdeportivo con miras a la competición se han podido ver durante estos dos primeros días del Salón de Ginebra. Aston Martin aprovechaba una vez más su asociación con Red Bull Racing para acompañar a su monoplaza de Fórmula 1 en el stand con el espectacular Aston Martin AMR Valkyrie Pro, lo que no dejaba de ser una versión todavía más radical sólo para circuitos del hiperdeportivo diseñado bajo la supervisión de Adrian Newey.
En total, 1.100 CV de potencia sacados del bloque V12 de 6.5 litros y con la ayuda de un sistema ERS que elevará sus prestaciones al nivel de los LMP1-H gracias a su peso de sólo una tonelada y a la utilización de forma masiva de fibra de carbono. Sólo habrá 25 unidades, las cuales no esperan hasta 2020, pero sin duda nos permite imaginar hacia dónde se puede dirigir el futuro de los diseños de competición.
Ruedas lenticulares, diseños alternativos del difusor, integrar la aleta de tiburón o una solución espectacular para dirigir el aire por la parte inferior del coche de la forma más limpia posible (al igual que en la Fórmula 1, la suspensión delantera ha sido creada especialmente para no generar un flujo turbulento que afecte negativamente a la aerodinámica). Lo más importante de este AMR Valkyrie Pro es que Aston Martin y Red Bull han invertido millones de euros en el desarrollo de un vehículo puramente recreativo, de una tirada ridícula y sin la opción de que llegue a rodar entre el tráfico. ¿Por qué no llevarlo también a competición y así comprobar quién es más rápido en pista?
McLaren Senna GTR, el no regreso a Le Mans:
Sin embargo, el Valkyrie no fue el único representante en esta nueva corriente de excesos y potencia sin techo. McLaren prometió una sorpresa para el Salón de Ginebra que muchos entendieron como la posibilidad de un nuevo GTE (en 2020 se cumplen 25 años de su victoria en La Sarthe) con el que el fabricante de Woking regresara a las 24 Horas de Le Mans. No fue así y lo que apareció encima de la plataforma no era otra cosa que el McLaren Senna GTR Concept, la variante de circuitos del deportivo recientemente presentado por los británicos en honor a Ayrton Senna.
De nuevo mismo patrón, 75 ejemplares que comenzarán a ser ensamblados a mano en 2019 con la promesa de que sus adinerados compradores podrán tener lo más parecido a un coche de carreras que la propia McLaren se encargará de llevarte al circuito para que lo disfrutes tal y como hacía con el P1 GTR. Neumáticos slicks de Pirelli, motor V8 biturbo de 4.0 litros que eroga 825 CV para 1.198 kilogramos (gracias en parte a su monocasco de fibra de carbono) y un par brutal de 800 Nm. Con más 1.000 kg de carga aerodinámica (el Project One de Mercedes-AMG genera 700 kg a máxima velocidad y el P1 GTR 659 kg), obviamente estamos ante el McLaren más extremo antes fabricado más allá de la Fórmula 1.
Aston Martin tiene su representante, McLaren también, Ferrari, Mercedes-AMG y a buen seguro que Porsche también estarían dispuestos a hacer versiones aún más extremas de sus vehículos más exclusivos. Sin ir más lejos hace tiempo que los de Maranello presumen de su FXX por todo el mundo con una concepción similar. El tiempo dirá si estamos ante el futuro de la resistencia.