Treinta años después, siguen siendo eternos. Sin embargo, la opción de disfrutar de ellos sigue estando al alcance de muy pocos, personas con la economía suficientemente saneada como para invertir cientos de miles de euros en la compra de un Grupo B totalmente oficial. Para aquellos que no pueden permitirse invertir 750.000 euros en un Lancia Delta S4 ex-oficial o un Audi S1 Quattro que pasó por las manos de Walter Röhrl, han surgido de un tiempo a esta parte otras alternativas muy convincentes.
Hace dos años os presentábamos una precisamente del modelo germano, de la que sus creadores tenían plena confianza como para ponerla cara a cara con el Sport Quattro S1 E2. Tal es el nivel de réplica, que muchos creadores de experiencia han puesto a disposición de los aficionados algunas de esas copias para que experimenten sensaciones lo más cercanas posibles a lo que era conducir un Grupo B en los años ochenta. Eso sí, en este caso dentro de una atmosfera segura.
El nivel de perfección es tal, que en muchas ocasiones se hace difícil discernir de cuál es la copia y cuál es la pieza con la que se rompió el molde. Un buen ejemplo de ello es precisamente la creación de Volker. Petrolicius nos narraba la historia de este teutón de la Alemania central que un día compró una maqueta del Audi Sport Quattro. Tras meses viéndola en la estantería de su oficina, a Volker le pareció una buena idea tratar de llevar esa maqueta a escala real. Crear una reproducción casi perfecta del que para muchos ha sido uno de los modelos más representativos de esta época del Mundial de Rallyes que despierta tanta nostalgia.
En este caso, Volker tenía una ayuda inestimable, la de uno de los padres de la transmisión Quattro de Audi, Roland Gumpert, el cual aportó a la casi disparatada idea de su amigo los contactos, manuales y conocimientos necesarios para tratar de replicar lo más exactamente posible al famoso E2 que consiguió su único triunfo en el Rallye de San Remo de 1985. Como toda buena reproducción, debía contar con el visto bueno de alguno de los ex-pilotos oficiales de la firma de los cuatro aros, en este caso de Walter Röhrl, el cual incluso estampó su firma en el capó.
Sin embargo, el caso de Volki no es el único. Petri Opas, finlandés de pura cepa, también pudo cumplir con su sueño de juventud. Precisamente el mismo que su vecino sureño: construir una réplica del S1 Quattro E2 de la forma más meticulosa posible y en su caso, también contó con el beneplácito de otro piloto Audi, Hannu Mikkola, convirtiéndolo en una unidad única… a su manera.
En su caso, después de pensar mucho, se decidió a comenzar con el proyecto en 2012. Para entonces ya tenía algunas piezas originales como la transmisión, un diferencial, embrague, palier… a partir de entonces, comenzó una incansable tarea de documentación para construir una réplica lo más fiel posible, algo que pasó incluso por estar tres días en Ingolstadt fotografiando y midiendo la unidad original que se encuentra en el museo de la firma. A partir de ese momento, todo fueron gastos y mucha satisfacción al ver que la idea de su cabeza iba tomando forma.
Comprar un Quattro Coupé de 1986, un Audi 80 de dos puertas, soldar, rectificar, volver a medir. Todo ello hasta que en 2015 terminó por dar los últimos retoques, vinilarlo con los colores que llevaron los Audi oficiales en el Monte-Carlo del último año de vida de los Grupo B.