Normalmente a los grandes hombres del automovilismo que no son pilotos se les recuerda por haber fundado o dirigido sus propios equipos. Ahí están los Enzo Ferrari, Colin Chapman, Frank Williams, Ron Dennis, Roger Penske… No deja de ser lógico, las marcas van y vienen mientras que los ‘garajistas’ son la base del deporte. Y suele ser más dificil destacar cuando eres sólo una pieza más de un gran fabricante, aún habiendo excepciones. Sin embargo no hay duda alguna de que a Wolfgang Ullrich se le recordará para siempre como gran protagonista de estas dos últimas décadas de éxitos de Audi Sport.
La cena de gala con la que Audi Sport cerró la temporada 2017 no deparó grandes noticias, al contrario que otros años en los que sirvió por ejemplo de anuncio de sus pilotos para la siguiente campaña. Y ello permitió que mucha atención se centrara en el último acto oficial del Doctor Ullrich al frente del departamento de competición de Audi. Su relevo es bien conocido desde hace un año, cuando se anunció el ascenso de Dieter Gass, pero hasta cumplir los 67 años y acabar esta temporada el austriaco ha seguido visitando paddocks, siempre reconocible por su altura.
Llegado a Audi en 1993 tras pasar por TAG y Gillet, Ullrich estuvo al frente de proyectos exitosos como el Audi A4 ST, el desembarco en Le Mans y la aplicación en resistencia de nuevas tecnologías, la oficialización de la marca en el DTM tras un inicio estrictamente privado y finalmente la transición hacia nuevos proyectos como la Fórmula E y el Mundial de Rallycross. Quizá estos últimos años, con el diésel encontrando sus límites en LMP1 frente a Porsche y Toyota y la polémica orden de equipo en el DTM 2015, pero con el paso del tiempo todo quedará en anécdota frente a trece triunfos en Le Mans, once en Sebring, nueve en Petit Le Mans, un par de títulos mundiales de resistencia, media docena de coronas en el DTM, un par más en STW…
Pero por encima de estas increíbles credenciales, el Doctor se lleva además el cariño de rivales y aficionados. Su nombre estará siempre ligado a Le Mans no sólo por haber ganado, sino por haber enamorado, algo que salta a la vista cada vez que le toca atender en un perfecto francés a algún medio local. Otro ejemplo que habla a las claras es cómo General Motors y Audi intercambian pilotos de forma regular a ambos lados del charco. ¿La razón? Única y exclusivamente la excelente relación de Ullrich con los responsables del fabricante estadounidense. Puede que Audi siga cosechando éxitos en el futuro, pero sus herederos tendrán muy complicado destacar más allá de su alargada sombra.