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Austin Cindric, el piloto de variedad adolescente y dirección izquierda

La variedad y diversificación de opciones se han convertido en un aspecto esencial de los pilotos de élite, en especial para aquellos que no alcanzan la Fórmula 1 o categorías de prestigio similar. Encontrar el camino del éxito o la estabilidad no es sencillo y llega un punto en que el ascenso hacia los campeonatos que aporten dinero y/o prestigio se torna cada vez más difícil. El caso del piloto de hoy es tan peculiar que no solo importa el apoyo que lleva consigo sino también la capacidad de no negarse a probar cualquier vehículo que se le pusiera a su paso en busca del lugar adecuado para triunfar.

Austin Cindric solo tiene 21 años y la ayuda de disponer de recursos familiares que apoyen su carrera deportiva, aunque sus distintos quehaceres en el automovilismo parecen hablar de un piloto consolidado. Hijo de Tim Cindric (presidente y estratega del Team Penske) y nieto del fallecido jefe de equipo Jim Trueman, Austin dio sus primeros pasos en coches pequeños como los Legends en sus división Young Lions (para niños entre 12 y 15 años) y los Bandoleros, diminutos stock cars a los que se entra por el techo y que algunos usan desde los ocho años. Todo ello en pistas cortas de Georgia y Carolina del Norte, lejos de su Columbus natal.

El primer intento de Cindric hacia el automovilismo de élite quedó dividido entre los monoplazas y los rallyes, fruto de su participación en dos temporadas de una U.S. F2000 dónde apenas destacó y obtuvo un podio en el óvalo del Lucas Oil Raceway. Al mismo tiempo partió su segunda campaña en fórmulas probando distintos GTs de la Pirelli World Challenge y las teloneras de IMSA, aunque su mayor éxito llegó en las GRC Lites del Global Rallycross; finalizó quinto en 2014 y subcampeón en el segundo año, por detrás de su compañero Oliver Eriksson. No quedaron ahí las probaturas.

Por entonces ya había despertado el interés de Ford y ser subcampeón de la GRC Lites con un Fiesta ayudó a su campaña, llevándole la marca del óvalo por la NASCAR Truck Series, la ARCA y la IMSA Sports Car Challenge, además de llevar GTs de Lamborghini y Mercedes (especial mención a las dos 12h de Bathurst que hizo con un SLS). Sexto en la Sports Car Challenge con victoria incluida en Mosport, el salto a la Pirelli World Challenge supuso un retroceso al ser octavo con el McLaren de K-PAX y lejos de su compañero y campeón, el experimentado ex GP2 Álvaro Parente. Su ruta quedaría definida pronto por el tradicionalismo estadounidense.

Y es que el mismo Cindric que destacó en óvalos cuando empezó en monoplazas brilló en los ruteros que se le habían resistido cuando tomó el camino de NASCAR, como demostró en dos victorias en Virginia y Watkins Glen en la K&N East. Otro triunfo en ARCA allanó el hueco en 2017 hacia la Truck Series, ya con el apoyo de Ford y en el equipo de Brad Keselowski. Cindric ganó en Mosport y se coló en la lucha por el título, acabando tercero por detrás de Christopher Bell y Johnny Sauter. Aunque desde entonces ha aparecido en ciertas carreras de IMSA con diversos GTs y llegó a debutar con un Prototipo en las 24h de Daytona de 2018, su senda estaba marcada.

La siguiente piedra es la más difícil que Cindric ha tenido que afrontar en forma de la endogámica y a veces previsible Xfinity Series, segunda categoría nacional de los stock cars. 2018 resultó ser un debut caótico con volantes alternados entre Roush y Penske que aún así le permitió alcanzar la segunda ronda del playoff y rozar la victoria en Iowa, Mid-Ohio y el Roval de Charlotte. Dos triunfos en Watkins Glen y Mid-Ohio dieron brillo a un mejor 2019 dónde ya ha plantado más cara. Se espera que Cindric siga ocupando el Penske #22 en 2020 y no es descartable verle en la pelea por un título que supondría un premio a tantas pruebas en edad de ascenso.

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Héctor Sagués

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