Red Bull hoy se ha encontrado contra uno de sus fines de semana más negativos. Australia no ha sido justa con el equipo, mucho menos con Daniel Ricciardo. La escudería austriaca es consciente de que no sólo la unidad de potencia tiene carencias, también el monoplaza en el resto de áreas tiene que evolucionar si quieren plantar cara a Ferrari y Mercedes AMG. Y es que el equipo de las bebidas energéticas se ha acostumbrado a remontar, algo que habla mucho y muy bien de su capacidad de trabajo, pero que le aleja de la batalla por los títulos.
Más allá del quinto puesto de Max Verstappen, el cual de no ser por unos problemas de frenos podría haber plantado cara a Kimi Räikkönen en la lucha por la cuarta posición, el fin de semana se puede tildar de catastrófico, más cuando ponemos la lupa en lo ocurrido con Daniel Ricciardo en el que era el Gran Premio de Australia, la carrera de casa para un hombre que nunca ha perdido la sonrisa.
El accidente del sábado obviamente fue error propio, algo normal cuando te encuentras en la primera clasificación del año al volante de un monoplaza que no has terminado de exprimir a ritmo de competición. El australiano perdía la trasera y se iba contra el muro, quedándose al final del Top 10 y posteriormente siendo penalizado con 5 posiciones en parrilla al tener que sustituir la caja de cambios dañada.
Prometía ser un domingo de remontada, buscando conseguir el máximo número de puntos para salvar un fin de semana que se había complicado desde el inicio. Ricciardo estaba convencido de que podía hacer un buen papel frente a sus compatriotas, esperanzas que no iban más allá de la vuelta de salida de boxes, cuando rodando tras uno de los Renault el motor se paraba y no lo podría volver a poner en marcha. Un problema con uno de los sensores de la caja de cambios le dejaba atascado con la sexta marcha engranada.
Por segundo día consecutivo, Ricciardo no era capaz de quitarse el casco sumido en la más profunda decepción. La grúa entraba en escena y Daniel regresaba rápidamente a boxes, con la esperanza de poder empezar la carrera. No podría hacerlo de inicio, sin embargo, Red Bull decidía sacar el coche dos vueltas después del verde, sin opciones de sumar puntos. El objetivo obviamente era el de seguir probando y, sobre todo, mejorar el estado anímico de su piloto ante lo que podía ser un divertido fin de semana adelantando a coches más lentos. Una forma de quitarse ese amargor.
En esos momentos Christian Horner y los suyos se arriesgaban a sufrir un problema de motor más grave y tener que descartar la primera unidad de potencia de la temporada, peligroso cuando sólo cuentas con cuatro para completar el año. Tras 25 vueltas, el motor de nuevo se paraba y debía abandonar sin terminar el Gran Premio de casa, no sin antes acercarse a saludar al público.
Falta por conocer su el posible problema con la presión de combustible puede haber provocado algún otro problema mecánico grave, algo que redondearía el balance negativo del fin de semana y que confirmaría que el equipo se equivocó al salir a pista sin tener la confirmación absoluta de que todos los sistemas estaban en orden. Sería una renta nefasta por únicamente salir a dar unas vueltas de cara al espectáculo y para recabar datos. En China empezará la temporada para Ricciardo después de cumplirse una vez más la maldición que impide a los australianos subir al podio en casa.