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Carlos Sainz: 55 años, dos Dakar, dos títulos del WRC y la misma ambición del primer día

Han pasado ocho años desde que Carlos Sainz y Lucas Cruz consiguieran su primer Dakar juntos. Se trataba de la segunda edición en Sudamérica, cuando todavía se disputaba en un recorrido con inicio y final en Buenos Aires en lugar del formato lineal por el que ha apostado ASO en las últimas ediciones. En aquel momento, Sainz buscaba una persona de confianza, responsable, con experiencia en rally-raids y a poder ser con una mentalidad similar a la suya, un cerebro que busca de forma incansable la victoria, el mismo que, a sus 55 años le mantiene en la élite del deporte de competición y preparándose físicamente durante todo un año para rendir al máximo durante dos semanas.

La asociación entre Sainz y Lucas encajó desde el primer momento. Hubo errores, momentos de tensión e indecisiones por parte de ambos, sin embargo, los dos hablaban el mismo idioma dentro del coche. Y es que el madrileño había visto algo en el catalán que le gustaba desde que pasó a formar parte de su programa de jóvenes talentos de rallyes, en este caso haciendo las labores de copiloto de un malabarista del volante como Txus Jaio. Hasta tal punto fue la conexión, que después del bache ‘deportivo’ de Carlos entre 2012 y 2014, Sainz volvió a confiar en él para afrontar quizás el proyecto que más ilusión le hacía al bicampeón del WRC: construir y desarrollar un buggy desde cero con el apoyo de un equipo de fábrica.

Hasta ahora se había mantenido muy comedido. Siempre repetía las mismas declaraciones “voy con la intención de luchar por la victoria”, “sigo estando motivado”, “no he pensado en si será el último”… Prácticamente se había convertido en un mantra ante las incesantes y repetitivas preguntas por parte de nosotros, los medios de comunicación. Sin embargo, no ha sido hasta hoy, una vez que el trabajo estaba hecho, que Carlos Sainz ha abierto su corazón y ha revelado lo realmente importante que era para él conseguir este triunfo con un proyecto que él considera suyo y que el resto del equipo es consciente que no hubiera sido igual de competitivo de no contar con la colaboración del piloto español, tal y como evidenció la declaración de Peterhansel tras la etapa del jueves. Incluso Nasser Al-Attiyah se ha deshecho hoy en elogios hacia la figura del que un día fue su compañero.

Estoy muy contento por la victoria porque ha sido un Dakar, de los que yo he hecho, desde luego el más duro. Incluidos los dos en África. Dar las gracias a Lucas, al equipo Peugeot y a toda la gente que me ha apoyado. Empezamos este proyecto hace cuatro años con un dos ruedas motrices con el objetivo de intentar hacerlo ganador. Ya habían ganado ellos y yo creo que me merecía esta victoria después de todo el trabajo que hemos puesto, era de justicia que ganara yo. El equipo ha estado fantástico y el coche una pasada, impresionante su trabajo y agradecido con ellos.

Se dejó atrás la coletilla de la “mala suerte”, hoy Carlos Sainz es uno de los deportistas más afortunados del planeta. No sólo por haber sobrevivido a dos semanas de carrera con una caja de cambios bloqueada en 3ª durante 15 kilómetros como mayor inconveniente. Sino también porque ha sido capaz de sortear todas y cada una de las trampas que se ha encontrado en el camino con la “brújula” de Lucas Cruz a su derecha y con un talento innato para saber cuál era el momento de atacar.

Podríamos estar hablando de una historia muy distinta si esos cuatro motoristas no deciden aparcar sus motos para ayudar a poner otra vez sobre cuatro ruedas el buggy de la pareja española. Eso también es suerte. Pero sin duda, la diosa fortuna le ha sonreído con la noticia de la salida del hospital de su inseparable Luis Moya, tras superar este por completo las aneurismas sufridas el mismo viernes anterior al inicio del Dakar 2018.

No es el momento de hablar de su futuro. Obviamente el propio Carlos Sainz todavía no tiene decidido si este ha sido su último Dakar. De haberlo sido y tenerlo 100% claro, estoy seguro de que hubiera aprovechado hoy para anunciarlo. Hace tiempo que se ha ganado el poder evitar esa pregunta con una frase prefabricada o con un monosílabo. Llegado el momento, será difícil escribir e informar de su retirada sin sentir nostalgia de una vida repleta de éxitos personales y contribuyendo al desarrollo del automovilismo en España, por el momento, seguirá siendo un placer escribir de las victorias de Carlos y Lucas, Lucas y Carlos.

Suelo contar que fue aquella tarde gris de 1998 en el Rally de Gran Bretaña la que afianzó mi incipiente amor por los rallyes cuando sólo era un niño de primaria, hoy, estoy seguro que muchos niños han abierto un pedazo de sus corazones a esta disciplina de los rally-raids de una forma mucho menos desgarradora que la que experimenté yo hace veinte años.

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Iván Fernández

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