Toro Rosso ha desaprovechado un día extraño en el Red Bull Ring. La carrera austríaca no era la mejor para el equipo de Faenza, que aún así solventó bien las adversidades del sábado. Carlos Sainz entró en Q3 y empezaba el GP desde la décima posición, pero el domingo todo lo que podía salir mal hizo acto de presencia. Finalizó la escudería italiana con sus dos coches retirados, en una inversión de los papeles respecto a lo que se vio hace un mes en Canadá.
Sainz salió mal, perdiendo posición con Fernando Alonso y con Daniil Kvyat, que procedió a provocar el accidente que cambió la carrera de algunos. El ruso se llevó por delante a Alonso y a Max Verstappen, hecho que desembocó en el abandono de ambos pilotos y dejó a Sainz aún más descolgado evitando los restos de fibra de carbono. Un problema en el motor del coche del español le hizo perder potencia en la salida de las curvas y acabó forzando su posterior retirada.
El cambio de estrategia ayudó en cierta medida, alargando el madrileño su parada durante 40 vueltas en busca de las mayores posiciones posibles. El resultado fue casi nulo, ya que salió por detrás de los Renault y tan solo por delante de los Sauber, de cuyo ritmo no estaba muy lejos. La decisión final del abandono llegó por culpa de esos problemas de motor, de los que Sainz considera que «íbamos a la desesperada».
La doble retirada de Toro Rosso es un mal resultado en lo que debía ser una carrera medianamente adecuada, aunque fuese por correr en el Gran Premio de la casa madre. Silverstone es el escenario de la siguiente carrera, sin apenas descanso en busca del descanso veraniego. Sainz y Kvyat buscarán resacirse del mal fin de semana austríaco en el circuito inglés, uno de los dos trazados dónde ambos sumaron puntos simultáneamente en 2016.