El Gran Premio de Singapur siguió un guión previsible y a su vez sorprendente, con una carrera sin grandes sorpresas en cuanto a la acción en pista en un circuito urbano en el que adelantar es particularmente complicado pero en el que faltó, por primera vez en su historia, la presencia del Safety Car. Con un buen uso de la estrategia y una parada temprana que resultó en una buena remontada después de una mala salida, Carlos Sainz logró hacerse con la séptima posición, mientras Fernando Alonso se defendió con todo lo que tenía para llevar a su Aston Martin hasta el octavo puesto.
Después de una complicada jornada de sábado, las posiciones de salida de los pilotos españoles para el Gran Premio de Singapur eran menos óptimas de lo deseable, con Fernando Alonso en séptima posición y a merced de los caprichos del destino y Carlos Sainz décimo tras el desastre de la Q3 en el que terminó contra el muro, quedándose sin opciones reales de defender la celebrada victoria de la temporada pasada. Así, el objetivo para ambos tenía que quedar simplemente en sumar puntos, sobre todo en el caso de una Ferrari que se las prometía muy felices pero que, copando la quinta fila de parrilla, puede empezar a despedirse de cualquier opción de desafiar a McLaren en el campeonato de constructores.
Tanto Alonso como Sainz optaron por neumáticos medios, como la mayoría de pilotos en la parrilla de salida. Pero donde el asturiano consiguió mantener su séptima posición a lo largo de una movida primera vuelta, el madrileño perdió dos puestos y pasó a ser duodécimo. El orden se mantuvo hasta la vuelta 13, momento en el que Sainz tomó la decisión de parar a boxes para proteger su posición de un Albon que había parado con anterioridad. El objetivo se consiguió en primera instancia, pero apenas dos vueltas después dejaba de tener importancia, con la retirada del Williams con problemas mecánicos a causa de exceso de temperatura en su motor.
En pista, Sainz tuvo una eficiente muestra de pilotaje bien mesurado, atacando cuando tocaba y conservando gomas cuando era lo ideal. Así, el Ferrari número 55 dio cuenta de Stroll, Gasly y Magnussen con sólidos adelantamientos, mientras por su parte Alonso realizó su parada en boxes en la vuelta 25 justo tras ser adelantado por Leclerc. Como antes lo había hecho su compatriota, Alonso montó gomas duras, con el objetivo de llegar hasta el final aunque con los ojos del muro de boxes puestos en un posible coche de seguridad que, por primera vez en la historia del Gran Premio de Singapur, no llegó jamás.
Una vez ordenada la carrera tras los cambios de neumáticos, Sainz y Alonso eran sexto y séptimo respectivamente, por delante de un Leclerc en un momento estratégico suficientemente distinto como para que no hubiera forma de frenarle. El monegasco dio cuenta de Alonso en la vuelta 41, y esto llevó a Ferrari a ordenar a Sainz que cediera el paso a su compañero, que no solo pasó a ser sexto sino que llegó también a alcanzar y superar a Hamilton para ser quinto. Así, Sainz y Alonso quedaron relegados a la séptima y octava posición para un final de carrera plácido y sin mayores sobresaltos. Buenos puntos tras un sábado desafiante, sobre todo para el de Ferrari, mientras en Aston Martin siguen en un extraño limbo con muy poco por lo que pelear en el campeonato de constructores.