A estas alturas poco podemos decir de Carlos Sainz como deportista. Dos veces Campeón del Mundo de Rallyes, una vez ganador de la Copa del Mundo FIA de Rallyes Cross-Country y después de este 17 de enero de 2020, tres veces vencedor en el Dakar. Aunque repasemos una y otra vez el palmarés del madrileño no seremos nunca capaces de resumir lo que significa su figura para el automovilismo, tanto nacional como a nivel internacional. A sus 57 años, su capacidad para ir adaptándose a cada etapa de su carrera deportiva han sido clave para que llegue a esta edad con un nivel competitivo como el que ha mostrado durante estas dos semanas de competición en una de las carreras más exigentes de la historia.
Tras ganar un Dakar por apenas dos minutos, Carlos Sainz fue consciente desde el primer kilómetro de lo necesario que era mantenerse durante todos los días muy cerca de la cabeza. Las cuatro victorias parciales no fueron la única muestra de ello, ya que también la estrategia se basó en el tiempo cedido en los días en los que le tocó abrir pista, donde entre la navegación de Lucas Cruz y el nivel competitivo mostrado por los tres de cabeza, el tiempo que se dejó la pareja española del Bahrain JCW X-Raid Team fue mínimo, clave en una Dakar que se decidió por apenas seis minutos. Todo ello frente a un piloto que se ha criado en el desierto y otro que ha acumulado hasta 80 victorias de etapa en la prueba, 13 tuaregs y una Copa del Mundo FIA.
La maratón fue la clave en el momento más incómodo:
Obviamente la clave se basó en aquella primera parte de la etapa maratón, donde Sainz y Cruz llegaban con apenas 24 segundos de ventaja sobre Nasser y Mathieu Baumel y con apenas seis minutos de renta sobre un Peterhansel que había conseguido bajar de los 10 minutos tras adaptarse a las instrucciones en inglés por parte de Paulo Fiuza.
Salir tan atrás permitió al madrileño dar caza a sus rivales y sortear esa pérdida de tiempo masiva que estaban sufriendo sus dos principales contrincantes y ampliar de forma dramática su ventaja al frente de la general cuando ya se podía ver la meta de Qiddiya. Jaque Mate al lograr la mayor diferencia sobre el segundo de lo que llevaban de Dakar 2020, sabedores cuando llegaron al último día que en ninguna de las jornadas anteriores habían perdido esos 10 minutos que lograron mantener después de la segunda mitad de la etapa maratón.
No hubo cambios, con Nasser defendiendo su segunda plaza y logrando su victoria de etapa de rigor, pasando ahora a pensar ya en modo Juegos Olímpicos, ya que tendrá que sacar su pasaporte para la competición de tiro en las próximas semanas. Por su parte, Peterhansel se quedó con el tercer escalón de un podio de muchos quilates, con 25 tuaregs acumulados entre pilotos y copilotos.
Un buggy competitivo y una leyenda al volante:
Sainz y Lucas habían sacado provecho del conocimiento del buggy de X-Raid y las evoluciones que este 4×2 traía tras un año de desarrollo para poder sacar ventaja a los que llegaban como teóricos favoritos al Dakar 2020, los defensores del tuareg de Toyota GAZOO Racing. La evolución ha sido más que evidente, sobre todo si recordamos aquellas palabras en las que Carlos comentaba durante el Rally de Marruecos lo importante que habían sido las victorias de etapa para saber precisamente que estaban en condiciones de rivalizar con las Hilux en cuanto a performance. Solventados los problemas con el sistema de inflado y desinflado, el MINI funcionó como un reloj, aprovechando unas temperaturas más templadas que las que se vivieron en Sudamérica.
Lo mejor de todo ello es que Sainz ha sabido adaptarse totalmente a la conducción de un tracción trasera sobre la arena, sacando todo el potencia a sus peculiares características y ayudando a ingenieros y técnicos a explotar al máximo un reglamento para los 4×2 que seguramente se verá retocado durante el año después de que los buggies se hayan llevado 9 de las 12 victorias de etapa. Nadie ha sido capaz de llevarlo tan al límite como él, nadie ha conseguido dar con la tecla mejor que Carlos de un concepto que lleva asociado al Dakar desde la década de los noventa. Hizo competitivo al SMG, logró que Peugeot solventara los problemas de falta de estabilidad del Peugeot 2008 DKR, algo que también agradeció el propio Peterhansel para agrandar su leyenda.
Su gestión de la carrera había sido espectacular, con velocidad, regularidad e inteligencia. Las imágenes desde el helicóptero con “el Matador” (aunque no le guste su mote hasta su propio hijo se lo ha espetado en varias ocasiones durante los últimos días) atacando en la quinta etapa ha sido uno de los vídeos más virales del ya pasado Dakar. No sabremos todavía si habrá otra oportunidad de disfrutar viendo su pilotaje, así como el de sus rivales (Nasser sí ha dicho que ya se prepara para tomar la revancha en 2021), pero lo que ha quedado patente es que Carlos es cada vez más leyenda, aunque ya desconocemos en qué escala situarle.
La bravuconada de “Soy español, ¿A qué quieres que te gane?” aquí no tiene validez ya que habría que adaptarla a “Soy Carlos Sainz, ¿A qué quieres que te gane con esfuerzo, inteligencia, empeño, dedicación y una ambición por lograr la victoria casi sin límites?”. Perdón por tomarme la licencia, pero: “por muchos Dakar más, Matador”.