La Fórmula 1 ha cambiado mucho. Mejor o peor, está claro que esta Fórmula 1 es completamente distinta a la que había hace 50 años. Ahora los pilotos se están preparando a conciencia, con planes de entrenamiento específicos, alimentación controlada y ejercicios para tener un cuello de toro, con el objetivo de dar la talla al volante de los nuevos monoplazas.
Unas exigencias físicas para las que seguramente no hubieran estado preparados pilotos a base de talento e intuición como Jim Clark o Graham Hill. Ambos forman parte de la historia de la Fórmula 1 y ellos fueron precisamente los encargados de hacer debutar el Lotus 49 hace medio siglo, en el Gran Premio de Zandvoort. El revolucionario monoplaza británico equipado por un propulsor Ford Cosworth V8 de 3.000 cc que logró la pole y la victoria en su primera participación.
Era otra era, una filosofía completamente distinta en la que los pilotos se peleaban más con el volante que con las fuerzas G, que se preocupaban más de mantener el ritmo que de ahorrar neumáticos o combustible. Una época en la que los tiempos se miraban en la pizarra manchada de tiza, sudor y grasa en lugar de complejos y completos gráficos en pantallas digitales.
Años después de este debut, pilotos como Tiff Needell o Martin Brundle se pusieron al volante del Lotus 49 de 1967 y experimentaron en sus propias carnes lo que sintieron sus antecesores. Sus reacciones no tienen desperdicio y nos ayudarán a comprender mejor cómo era la Fórmula 1 de mediados de Siglo XX.