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Control Stop. Nunca es fácil decir adiós a la chica a la que amas

Tal vez faltó algo más de incertidumbre en cuanto a la lucha por el título para tener el desenlace perfecto, pero sin duda el final del WRC 2018 mantuvo todo el drama que nos ha acompañado durante toda la temporada hasta el último bucle. El propio Sébastien Ogier reconocía sentirse algo raro después de que, en medio de tanta tensión, la confirmación de que eran hexacampeones les llegara precisamente entre tramos, cuando encaraban el enlace hacia la Power Stage y un mensaje de texto les confirmó que acababan de hacer de nuevo historia.

A partir de ahí el francés se mentalizó. Dejó de “conducir como una abuela” tal y como declaró en más de una ocasión a partir del sábado, y decidió darse un último homenaje. A él, a su fortaleza a la hora de afrontar un reto de este tipo, al equipo M-Sport, a su copiloto y especialmente a Malcolm Wilson. Salió a por todas en la Power Stage, disfrutando por última vez de las sensaciones que le producían competir al volante de ese Ford Fiesta WRC y se despediría con un último scratch. Cinco puntos extra que significaban mucho más.

Ogier no quería abandonar la estructura de Cumbria y mucho menos quería decir adiós al que según el francés era el mejor jefe que se puede tener en este deporte de los rallyes, sin embargo, con su retirada tan cerca, volver a afrontar otra temporada con pocas garantías en cuanto a posibilidades económicas y técnicas por parte de la firma del ovalo terminó por decantar su decisión de regresar a Citroën y enfrentar un último reto, el de conseguir títulos intercontinentales con tres fabricantes distintos.

Por el momento ya sabe que tendrá dos años para tratar de conseguirlo con la firma de los dos chevrones. Dos temporadas que se pueden convertir en tres si nadie consigue detener a ese piloto tardío que nació y se crió a los pies de los Alpes, el mismo que se inscribía como bombero voluntario para estar cerca de los coches con motivo del Gran Premio de Mónaco. Tres temporadas en las que puede igualar el récord de Sébastien Loeb como piloto con más títulos de la especialidad, cerrando así un círculo que comenzó con aquella lucha de poderes de 2011 que terminó con Ogier saliendo del equipo y fichando por Volkswagen a pesar de que el propio Malcolm Wilson ya había intentado en más de una ocasión contratarle. Siempre ha declarado que no le importan los récords, sin embargo, ¿por qué no un último aliciente antes de colgar el casco en el WRC?

El francés repitió en más de una ocasión durante el domingo que esperaba no arrepentirse con su decisión, algo que hasta ahora nunca le habíamos oído decir a un piloto que afrontó su salida de Citroën con determinación a pesar de que sabía que tenía que afrontar un año ‘sabático’ al volante del Skoda Fabia S2000 mientras que Loeb seguía ‘campeonando’. Un piloto al que no le tembló el pulso a la hora de elegir al único equipo sin apoyo de fábrica cuando el imperio Volkswagen Motorsport se vino abajo de la noche a la mañana.

El objetivo era ofrecerles [M-Sport] otro título que se merecían tanto, trabajaron muy duro para conseguirlo y rara vez he visto tal compromiso en mi carrera. Tengo que decir, es muy difícil decir que me voy, pero es como… dejar a una chica a la que amas; ¿por qué estamos haciendo eso? ¿Por qué ahora cuando lo hemos logrado todo en los últimos dos años? Pero ahora nos espera una aventura emocionante y yo también estoy deseando que llegue. Al menos nos despedimos de la mejor manera – Sébastien

Sébastien Ogier estaba encantado con M-Sport y al menos le quedará la conciencia muy tranquila al pensar que junto a Julien Ingrassia han conseguido cumplir el sueño de más de 20 años de trabajo de Malcolm Wilson. Las lágrimas del británico eran de felicidad, contrastaban precisamente con aquella sonrisa y saltitos que dio el día de la presentación, quizás otra de sus jornadas más felices al frente de su estructura. La del domingo era una mezcla de satisfacción por el trabajo bien hecho, amargura por la despedida y preocupación por un futuro que no está resuelto. Ambos querían trabajar juntos y sin duda han conseguido algo más que el respeto profesional mutuo.

En cuanto al rally, el francés se encontró con el escenario más propicio muy pronto. El pinchazo de Thierry Neuville en el sexto tramo del viernes nos dejó con Ogier en una posición de fuerza que M-Sport aprovechó a la perfección al mandar a sus pilotos cubrir las espaldas de Sébastien. Los de Malcolm Wilson tenían muy difícil luchar por el campeonato de constructores, por lo que tenía mucha lógica el sacrificar a los dos actores secundarios para que le limpiaran los tramos del sábado confiando en que la lluvia no llegaría con fuerza desde la mañana. De nuevo Thierry sufrió en sus carnes el hecho de abrir pista. La impotencia, el nerviosismo y la necesidad de recuperar posiciones hicieron que el belga cometiera muchos excesos en forma de errores. Ya era demasiado tarde.

Su toque en el antepenúltimo tramo del año culminaba una segunda mitad de calendario que en poco se parecía al gran inicio del piloto belga, justo cuando más alargada parecía su figura y cuando el que asestaba los golpes morales era él, tal y como pudimos ver en Portugal, con Ogier ya fuera de carrera, y en Cerdeña, prueba en la que conseguiría ganarle el mano a mano al francés después de abrir incluso pista al llegar a la isla mediterránea como líderes del campeonato.

Ott Tänak sería el encargado de terminar de escribir el guion. El estonio tenía opciones remotas de salir campeón después de su abandono en Gales y el pinchazo en España, sin embargo, volvió a demostrar que actualmente no hay dúo más rápido en el Mundial de Rallyes aunque ha dejado la sensación de que tiene todavía factor de mejora, algo que dependiendo del cristal con el que se mire puede ser más positivo que negativo de cara a 2019 ya que podemos terminar viendo un piloto completamente inigualable. Tanto su error, como el cometido por Neuville un tramo antes, poco relevantes iban a ser. Ogier estaba asentado en la sexta plaza y ninguno de sus dos rivales ya tenían demasiado que perder, especialmente en el caso del de Hyundai que incluso veía como el apartado de constructores estaba ya imposible con hasta tres Toyota entre las cinco primeras posiciones del Rally de Australia.

Precisamente en el podio los hombres de Toyota mostraron su mejor sonrisa y como no, las banderas con la caricatura del presidente, Akio Toyoda, el cual se volvió a perder al igual que en Le Mans la fiesta. Esa alegría se vio especialmente en el caso de un Jari-Matti Latvala que se ha encontrado con la que sin duda ha sido su temporada más difícil. El finlandés destacaba en una entrevista que pudimos hacerle recientemente, que precisamente había sido la cita de casa la que le había permitido cambiar el chip. Volvía a ser un piloto rápido y repleto de confianza… hasta que una catastrófica desdicha tras otra le apartaba de su gran objetivo antes de terminar el año, darle continuidad a su orgullo estadístico de llevar diez años ganando al menos un rally cada temporada. Su sonrisa mostraba lo importante que era para él haberlo conseguido sobre la campana, mientras que la firma nipona celebró con entusiasmo su primer título del WRC como fabricante desde 1999.

En lo referente al resto, actuación muy sólida por parte de un Hayden Paddon al que se le vio muy serio en la ceremonia de entrega de trofeos a pesar de los numerosos seguidores que tenía allí para animarle, mientras que Mads Ostberg resistió en el podio final gracias a que uno a uno el resto fueron cayendo. Incomprensible el festival de trompos de Craig Breen durante el domingo, con hasta cuatro pérdidas de control del Citroën C3 WRC en apenas 80 kilómetros que volvieron a dejar al irlandés muy castigado moralmente tal y como reflejaron sus lágrimas llegando a la meta final. Él, al igual que Elfyn Evans y los otros dos ocupantes del podio mencionados antes, siguen sin conocer su futuro para 2019. Seguramente sea un invierno duro para alguno de ellos.

Aunque lució su mejor sonrisa, tampoco fue el mejor rally para Andreas Mikkelsen. El error de noruego el viernes después de superar a un tractor que nunca debió estar ahí dejó sin duda a Hyundai en una posición muy delicada durante el resto del fin de semana. Los números globales reflejan la negativa temporada del gran fichaje del equipo para este 2018, apenas obteniendo 11 puntos más que Hayden Paddon y 13 más que Dani Sordo a pesar de haber corrido hasta 6 rallyes más que ambos. Algo ha fallado en la adaptación del escandinavo a su nueva estructura y desde el equipo deberán valorar si es un buen momento para regresar a la estrategia de relevos que se dio en los primeros años después de demostrarse que tanto en el caso del neozelandés como en el del español ha funcionado. Difícil de aceptar para un piloto que llegó para luchar por el título de pilotos.

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Iván Fernández

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