Salimos del Rally de Gales 2018 con esa sensación de haber visto un fin de semana repleto de épica, con necesidad de tomarnos unas horas para asimilar lo que acababa de ocurrir. Hoy, ya en frío, podemos estar seguros de que lo vivido en la prueba británica ha supuesto todo un espaldarazo para las opciones de Sébastien Ogier y Julien Ingrassia de seguir con la racha de títulos consecutivos. De no haber sido así, el propio piloto galo confesaba antes de la cita que podría haber sido un final prematuro.
No fue fácil para los pentacampeones la cita con la historia. Consiguieron su quinta victoria en el Rally de Gales, cinco desde que debutara en 2008 al volante de un Citroën C4 WRC precisamente en este mismo terreno y además anotándose el primer scratch absoluto de su carrera deportiva en el Mundial. Sin embargo, las islas estaban preparadas para hacerle pasar un mal rato a los galos antes de que pudieran saborear de nuevo el champán, algo que no hacían curiosamente desde que ganara en otra isla, Córcega… seis meses sin conseguir un triunfo, la sequía más larga de Ogier desde aquel 2012 en el que tuvo que hacer manos con el Skoda Fabia S2000 a la espera de que estuviera listo el Volkswagen Polo R WRC ‘campeador’.
El que la aerodinámica del Ford Fiesta WRC no haya resultado válida para todos los terrenos, la no posibilidad de contar con una evolución de motor que aportaría algo de potencia extra para luchar contra los Toyota, así como el fallo con la caja de cambios que estuvo muy cerca de dejarle fuera de carrera el viernes, cuando Ogier era completamente pesimista e incluso veía como un obstáculo casi insalvable los 100 kilómetros de enlace que le restaban para llegar a la asistencia. Todos estos factores cambiaron para el piloto de M-Sport en el momento en el que Ott Tänak perdía el cubrecárter en el segundo tramo de la tarde del sábado y posteriormente, habiendo dañado el radiados de su Yaris WRC, tendría que tomar el camino del abandono.
La tercera victoria de la pareja Ogier e Ingrassia estaba en sus manos, una forma de volver a cerrar filas dentro del equipo de Cumbria después de unos meses muy complicados que terminaron finalmente con el anuncio de la marcha de Sébastien a Citroën Racing para las dos próximas temporadas. El Mundial de Rallyes se pone ahora en un puño, con los franceses a solo siete puntos del que hasta ahora había sido un inalcanzable Thierry Neuville que había agrandado su figura al frente del campeonato gracias a los errores de sus rivales.
¿Se puede dar por terminadas las opciones de Ott Tänak en el campeonato? No, sin lugar a dudas. Es imposible decir que sí después de la absoluta demostración realizada por el estonio en esta segunda mitad de campeonato. Él y Martin Järveoja llegaron de la nada para meterse en una lucha por el título en la que nadie les esperaba, especialmente después de sus cuatro rallyes para olvidar en Suecia, México, Portugal y Cerdeña. El resto de la temporada, los nuevos jefes de filas de Toyota GAZOO Racing no se han bajado de las dos primeras posiciones.
Hasta que llegó Gales y su siempre inclemente terreno. Tänak estaba en el camino de lograr su cuarta victoria consecutiva después de una actuación excepcional en la que había logrado a gozar de una diferencia sobre el segundo que rozó el minuto. Sin embargo, parte de sus esperanzas de dar un golpe al WRC 2018 se quedaron en el mismo punto en que apareció esa plancha de acero enterrada encargada de proteger el corazón de su máquina. Habíamos visto afectado a Ott tras perder aquel Rally de Polonia de 2016 que hubiera significado su primera victoria, sin embargo, ese intenso dolor interior que sintió Tänak no tenía nada que ver con la sensación que vivió el pasado sábado por la tarde. Desolado, conteniendo las lágrimas, alejándose un centenar de metros de su copiloto y del coche buscando en la fría tierra galesa algo de consuelo.
Si lo ponemos en relieve, 22 puntos son muchos cuando solo quedan 60 en juego, pero la temporada 2018 ya nos ha enseñado durante los últimos meses que no va a tener un final convencional, aunque a muchos el problema de motor de Tänak les despertara viejos fantasmas del pasado, concretamente de aquel RAC Rally de 1998 en el que Tommi Mäkinen recibiría una llamada al hotel confirmando que un agujero en el motor del Toyota Corolla WRC le hacía de nuevo Campeón del Mundo de Rallyes.
Es de recibo destacar en este caso el papel de los actores secundarios de Toyota, los cuales estuvieron muy cerca de convertirse protagonistas del campeonato cuando la situación lo requirió. Un renovado Jari-Matti Latvala tiró de orgullo. Tuvo muy cerca el primer triunfo del año, la oportunidad de continuar con su racha personal, algo que le ha permitido sumar al menos una victoria en cada temporada desde que estrenó su palmarés en el Rally de Suecia 2008, convirtiéndose de paso en el ganador más joven de la historia del Mundial. Lappi se supo desde muy pronto con un ritmo inferior al de Ogier, por lo que en su caso le tocó asegura la tercera plaza y no cometer errores que ya vimos en Monte-Carlo o Finlandia durante el domingo. Era vital para el apartado de constructores.
Y es que el segundo bloque de Toyota GAZOO Racing volvió a demostrar que está un paso por delante del de M-Sport o Hyundai. En el caso de los de Cumbria, los problemas mecánicos de Elfyn Evans el viernes y la salida de Teemu Suninen en el último tramo de esa primera jornada dejaron completamente solo a Sébastien Ogier frente al peligro, algo de lo que saldría airoso el francés de nuevo por méritos propios. En cuanto a los hombres de Michel Nandan, algo sigue sin funcionar para Andreas Mikkelsen y Hayden Paddon, completamente alejados del ritmo de la cabeza y sin soluciones para encontrarse más cómodos con el Hyundai i20 WRC Coupé. Al noruego no le quedó otra que aceptar las órdenes de equipo, aunque el quinto puesto para él no hubiera cambiado mucho tampoco una temporada que está siendo absolutamente gris para el segundo piloto de los de Alzenau.
En WRC2, solo se puede aplaudir la actuación de Kalle Rovanperä, para muchos un proyecto más de marketing que demostró durante el viernes, especialmente por la mañana, que en un año ha sido capaz de centrar todo su aprendizaje y lograr trasladar su vasta experiencia durante los últimos dos años para amoldarse al ritmo mundialista, algo que nunca ha sido sencillo. El finlandés superó a un Tidemand que llegaba jugándose su segundo título consecutivo, quedándose ahora a 14 puntos de Kopecky en la general cuando él ya lleva completadas seis pruebas, mientras que el checo solo lleva cinco, pleno de triunfos.