Sin duda, este fin de semana en Cerdeña ha sido uno de los más apasionantes de lo que llevamos de Mundial. No es fácil de explicar cómo una prueba se puede dirimir por apenas siete décimas en los últimos 6,96 kilómetros después de más de 300 km luchando contra el cronometro, pero sin duda, lo vivido el mediodía del domingo deja en evidencia todo el drama, emoción y épica que puede encerrar una cita de esta disciplina… y todo ello sin la necesidad de artificios del estilo del Shootout.
Es cierto que la carrera italiana fue excepcional por sus condiciones meteorológicas. Al igual que en la península ibérica, la isla sarda fue azotada por las precipitaciones, presentando de un tiempo muy distinto al que por ejemplo disfrutamos el año pasado los allí presentes, con sol y calor que nos depararon una debacle mecánica a la altura de las pruebas más duras del calendario. En este caso, la lluvia nos permitió vivir un intenso duelo a la décima entre los dos actores principales de este WRC 2018.
Y en esto Thierry Neuville ya se ha convertido en todo un especialista de correr a la contra y presionado por las circunstancias. El belga calcó prácticamente el resultado de Argentina 2017 en su batalla con Sébastien Ogier del Rally de Italia-Cerdeña. El de Hyundai se mostró muy rápido y confiado durante el sábado, sin embargo, su trompo del viernes le hacía partir con una seria desventaja respecto al francés de M-Sport. Thierry, copilotado por Nicolas Gilsoul, fue arañando poco a poco cada segundo de la renta con la que contaba un Ogier que se vio superado por la presión, tanto él como su copiloto, Julien Ingrassia, demostrando que ambos son también humanos después de una carrera deportiva sin tacha.
Fue una batalla de poder a poder, sin sitio para las excusas, en la que Neuville demostró una vez más que está en disposición de ganar al pentacampeón en cualquier terreno y que su fortaleza mental ya está lo suficientemente estable como para ser el rival directo por el título mundial de pilotos. En esta ocasión la posibilidad de dar un golpe contundente sobre la mesa era incluso mayor que los riesgos, más si se miraba a los 19 puntos con los que contaba de ventaja en la general tras el cero de la pareja gala en Portugal. Era el momento de ahondar en una posible crisis anímica del defensor del título, de darle de qué pensar a Ogier durante las próximas siete semanas, periodo que falta para la disputa del Rally de Finlandia, escenario en el que el francés cometería su único error de bulto en 2017.
Neuville además lo hizo de una forma totalmente indiscutible. Tuvo el temple necesario para no ponerse nervioso ante los pocos kilómetros que le restaban para recortar los 4,3 segundos de desventaja con lo que contaba y echó el resto en la Power Stage hasta tal punto que llegó a poner su Hyundai i20 WRC a dos ruedas en un apoyo en el que podía haberlo perdido todo, pero en el que seguramente también lo ganó todo. Cinco puntos extra que se sumaban a los 25 de la victoria. Toda una oda al automovilismo resumida en siete décimas, el tercer final más apretado de un rally del Mundial en su historia, empatado con el Argentina 2017 y sólo por detrás de Nueva Zelanda 2007 (0,3 segundos entre Grönholm y Loeb) y Jordania 2011 (0,2 segundos entre Ogier y Latvala).
Ott Tänak y Martin Järveoja, dos deportistas de altura:
Es cierto que el final fue sin duda lo más vistoso del Rally de Cerdeña, sin embargo, hubo otra imagen que destacó por encima del resto. Obviamente me refiero al incidente con el carnet de ruta de Ogier e Ingrassia. La pareja francesa, envuelta en la batalla por la victoria se dejaba este imprescindible documento en la meta del TC19, algo que significaba la exclusión del Ford Fiesta WRC #1 de no presentarla en el siguiente control horario. Ni Ingrassia ni Ogier se dieron cuenta del olvido, algo que sí presenciaron tanto los miembros del equipo como los aficionados al ver al incrédulo comisario con la tarjeta en la mano.
Tänak y Martin Järveoja, reenganchados por Rally2 tras su abandono del sábado, vieron la situación y sin pensar en sus intereses por el campeonato, no dudaron ni un momento en coger el documento y llevárselo a los competidores de M-Sport a la salida de la siguiente especial. Obviamente esto iba a conllevar una sanción, en este caso sólo económica por no estar permitido que un equipo participante reciba objetos de una tercera persona, pero el gesto de la pareja estonia permitió a Sébastien y Julien sumar 22 puntos (18 en el caso de M-Sport) que de no ser por ello se le hubieran sido retirados.
Si el gesto ya es deportivo de por sí, tenemos que tener en cuenta que Tänak está peleando también por el campeonato de pilotos y que su segundo abandono consecutivo le hacía mucho daño a sus aspiraciones de llegar al final de año con opciones. Compañeros en 2017, Ogier y Tänak siempre guardaron una gran relación y el consuelo que recibió el piloto de DMACK en 2016 tras perder la opción de su primer triunfo en Polonia por un pinchazo quedó grabado en la retina del aficionado. Decisiones que hablan muy bien de los rallyes y que sin duda engrandecen el campeonato.
En cuanto al resto, Lappi logró una más que merecida tercera posición a la constancia y el esfuerzo. El finlandés prácticamente se encontró con el podio después de un nuevo problema de fiabilidad que socaba aún más la ya de por sí castigada moral de Latvala. Sólo verse luchando por la victoria en casa, en el 1.000 Lagos parece que podría devolver a la casilla de salida a Jari-Matti tras una primera mitad de temporada desastrosa que en muchas ocasiones se ha escapado de su control.
Tampoco Mikkelsen está firmando su mejor campaña. En Italia fue la caja de cambios la que dijo basta después de un inicio muy competitivo por parte del noruego que fue perdiendo comba con el paso de los kilómetros ante el empuje de Ogier y Neuville. Los resultados siguen sin llegar y por ahora el tercer hombre de Hyundai está demostrando aportar más que Andreas en materia de puntos para marcas (Sordo con dos rallyes menos sigue por delante de él en la general). Aquí fue Paddon, que no tuvo las mismas sensaciones que en la anterior prueba, pero que sí pudo y supo atar una valiosa cuarta plaza teniendo en cuenta que M-Sport y Toyota sólo contaban con un coche entre los cinco primeros.
En cuanto al resto, Citroën sobrellevó el fin de semana como buenamente pudo. Los franceses estuvieron los días previos deshaciendo rumores de un posible cierre de proyecto o de fichajes y llegada la hora de competir, Mads Ostberg y Craig Breen defendieron el honor de la estructura con solvencia, logrando una quinta y una sexta plaza que no les saca de la crisis actual pero que al menos les dará cierta tranquilidad antes de anunciar el posible sustituto de Meeke en Finlandia.