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Corvette se despide del inimitable bramido de sus V8. ¿A qué suenan ahora? [Vídeo]

En el mundo hay debates universales que, si bien no han provocado guerras, sí que pueden haber sido motivo de enemistades. La pizza con piña, la tortilla de patata con cebolla o sin ella, Beatles o Rolling Stones… son muchos los debates que surgen hasta en cosas tan mundanas, por lo que no es de extrañar que una de las señas de identidad que históricamente han estado presentes en el automovilismo también pueda levantar luchas sobre gustos entre aficionados a los que les apasiona el sonido tradicional de los motores, o la apuesta por el aspecto competitivo.

Precisamente a los incondicionales de Corvette Racing les ha tocado tener que afrontar una decisión muy compleja: era el momento de decir adiós al tradicional motor V8 atmosférico en posición delantera del C7.R, el cual se ha mantenido muy continuista desde que el programa debutara ya en aquel lejano año 1999. Se daba la bienvenida al C8.R, un compromiso entre los coches de producción y los de competición que trasladaba el motor a la posición central, justo entre el habitáculo y el eje trasero, con el fin de aumentar las sensaciones a su volante en carretera y para convertirlo en todo un matagigantes en los circuitos.

Una sinfonía V8 difícil de olvidar para los fans:

Sí, es cierto que se había decidido mantener la aspiración natural en detrimento de la sobrealimentación vía turbo, pero aun así la nueva disposición significaba cambiar por completo el sonido del propulsor, en este caso también ayudado por la disposición de las salidas de escape, las cuales pasaban de ser laterales a pasar a estar detrás, dejando hueco en la zaga para acomodar un nuevo difusor sobredimensionado del que también hacían gala tanto el Ferrari 488 GTE como el Aston Martin Vantage GTE o el Porsche 911 RSR GTE, precisamente otro modelo que tuvo que hacer concesiones históricas para poder ser competitivo.

Sin embargo, estos cambios han obligado a que todos los aficionados que han acompañado en su camino a la firma estadounidense durante estas últimas dos décadas hayan tenido que olvidarse del sonido bronco del último representante de esta melodía, el Corvette C7.R para acoger con los brazos abierto al más agudo del C8.R. Cuestión de gustos sin duda. Lo que queda evidenciado es que es imposible no sentir cierta morriña al ver desaparecer poco a poco tan característico sonido de los circuitos. Siempre quedará el reducto de los rally-raids.

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Iván Fernández

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