Todo apuntaba a que hablaríamos de estrategia. Las bajas temperaturas propias de haber adelantado la visita a Bakú dos meses jugaron una mala pasada a la mayoría de equipos, que no sabían cómo meter en temperaturas operativas los neumáticos Pirelli por mucho que la casa italiana llevara a Azerbaiyán compuestos blandos, superblandos y ultrablandos. Pero ahí estuvo Red Bull para animarnos no sólo ya la carrera sino también la inevitable discusión posterior.
El desenlace del Gran Premio de Azerbaiyán 2018 no se entiende si en el accidente protagonizado por Daniel Ricciardo y Max Verstappen luchando por el cuarto puesto. Una pelea que duró toda la carrera. Primero por los aparentes problemas de recarga de batería que obligaron al neerlandés a ralentizar el ritmo y permitieron a Renault atacar a los dos hombres de Red Bull. Y cuando la amenaza amarilla se esfumó por un error de Nico Hülkenberg y la degradación sufrido en sus neumáticos por Carlos Sainz, por la férrea, durísima y excesiva defensa de Verstappen frente a su propio compañero de equipo.
Hasta en dos ocasiones lo intentó sin éxito Daniel Ricciardo, encontrándose con cerrojazos en el último momento o maniobras devueltas en la siguiente curva, como si no compartieran colores. Y cuando el australiano al fin logró rebasar a su compañero de equipo, cerca de la parada en boxes que Red Bull había retrasado al máximo para así poder montar ultrablandos y pasar del neumático blando, la estrategia le dio un revés: las dificultades a la hora de meter en temperatura de trabajo los neumáticos hicieron que Max Verstappen saliera de boxes de nuevo por delante.
Se veía venir y ocurrió. Daniel Ricciardo se lanzó a final de recta, Max Verstappen se movió en frenada para asustar y el primero terminó empotrándose contra la trasera del coche del segundo. Los dos fuera de carrera. Los dos culpables, que cada uno atribuya los porcentajes como prefiera. Verstappen se comportó como un cretino durante toda la carrera por un puñetero cuarto puesto frente a su propio compañero. Ricciardo calculó mal esa maniobra definitiva. Red Bull tiene un pollo que no sabe gestionar. Los problemas de baterías les dieron la oportunidad de retirar de la circulación a Verstappen y no quisieron. Al fin y al cabo Ricciardo quizá no esté allí en 2019 y Verstappen sí. Tampoco pueden castigar a Max porque no hay gran cosa por detrás, más allá de repatriar a Sainz. No tiene pinta de que sea la última este año.
El caso es que la disputa casera de Red Bull condicionó todos los resultados finales del GP de Azerbaiyán. Siguiendo una estrategia muy similar a Red Bull, pero sin haber parado aún, Valtteri Bottas se colocó en cabeza. En principio todo estaba bajo control para Sebastian Vettel, apenas doce segundos por detrás. Como mucho la inquietud rodeaba quién de los Mercedes acabaría segundo. Pero el Safety Car lo descontroló todo. Y sabiéndose vulnerable, en lugar de conservar la posición en pista (primero virtual), Vettel y Ferrari optaron por cambiar a ultrablandos al mismo tiempo que Bottas. Deberían adelantar en pista. Lo intentaron y salió cruz.
En la resalida Sebastian Vettel apuró al máximo y terminó no sólo yéndose largo, lo cual permitió a Bottas, Hamilton y Räikkönen pasarle, sino que además dañó sus ruedas y ello abrió igualmente la puerta a Sergio Pérez, que aprovechó el Safety Car para cambiar gomas y cumplir con una sanción de cinco segundos por adelantar antes de tiempo en la primera resalida tras Safety Car. Y el mexicano terminó rascando un inesperado podio que recompensa el trabajo de Force India después de un duro inicio de temporada, pues Valtteri Bottas duró poco más en el liderato.
A dos giros del final el finlandés sufrió un espectacular reventón en recta de meta tras haber pisado restos de fibra de carbono, cuyo origen es complicado determinar ante la cantidad de incidentes que se produjeron a lo largo de la carrera y la torpeza de los comisarios a la hora de barrer. Y dado que tenía que dar toda la vuelta a tres ruedas, terminó abandonando. Victoria por lo tanto para un Lewis Hamilton que sigue sin dar buenas sensaciones esta temporada pero pese a todo se sitúa al frente del campeonato, cuatro puntos por delante de un desafortunado Sebastian Vettel.
Segundo en carrera y tercero en el Mundial es Kimi Räikkönen, uno de tantos afectados por el caótico inicio de carrera. Y es que Esteban Ocon intentó una optimista maniobra por el exterior en la que terminó tocándose con el finlandés. El francés de Force India terminó allí su carrera, pero el finlandés pudo continuar previo paso por boxes, en el que se quitó de encima los neumáticos ultrablandos usados para bregar con el terrorífico compuesto blando. Aguantó y no salió mal parado.
Otra remontada notable fue la de Romain Grosjean, pero ésta sin premio, pues bajo el Safety Car el francés cometió el error de su carrera al irse contra el muro cuando calentaba neumáticos. Y para mofa de los espectadores encima la realización pinchó su comentario por radio echando la culpa a Marcus Ericsson… Pero hubo otras carreras que merecen mención. El premio a Piloto del Día se lo llevó Charles Leclerc, sexto en Bakú tras tutear incluso a los Red Bull en la parte inicial de la prueba y acabar sexto, tras Carlos Sainz y justo por delante de Fernando Alonso.
El asturiano volvió a sacar petróleo y desde su sexta posición en el Mundial tapa las vergüenzas de McLaren. Esta vez su carrera quedó condicionado por el enganchón con Sergey Sirotkin en la salida, después de que Nico Hülkenberg dejara a ambos sin espacio. Pese a pinchar dos neumáticos, Alonso logró llegar a boxes y reparar bajo Safety Car, para pronto colocarse a las puertas de los puntos. Y el caos final le permitió rascar un increíble séptimo puesto, por delante de Lance Stroll, un discretísimo Stoffel Vandoorne y Brendon Hartley, que alcanzó así su primer punto en F1.
Foto | Red Bull Content Pool