Mucho ha cambiado la vida de Cristian García en apenas un año. Después de alzarse con el título de Campeón de España de Rallyes de Asfalto en 2016, uno de los más jóvenes de la historia del campeonato, el de Tarazona miraba con ilusión a una temporada 2017 que no terminó de salir como deseaba. La retirada de Repsol le obligó a cambiar los planes de lo que estaba proyectado como un año de preparación sobre tierra y afianzamiento en el asfalto, algo que, a pesar de brillar en el Rally Circuito de Navarra y de obtener las victorias en Ourense, Adeje y Sierra Morena, terminó por quedarse en una temporada poco fructífera.
Su accidente en el Rallye Princesa de Asturias le llevó a tomar la decisión de bajarse antes de tiempo de un Nacional de Asfalto en el que ya no defendería la corona frente a Iván Ares, centrándose en esos momentos en su debut con un R5 en el Mundial de Rallyes y en preparar una temporada 2018 que debería ser la de su definitivo salto internacional. Tanto él como Roberto Méndez llevaban meses valorando las opciones. El Campeonato de Europa parecía la más lógica, aprovechando la presencia de Canarias y un reparto más o menos equitativo entre pruebas de tierra y de asfalto. Sin embargo, a mes de marzo, está claro que el silencio de radio acerca del futuro de Cristian no era un buen indicativo.
Con lo que ha costado subir, la bajada ha sido en picado. Te quedas ahí y el golpe de realidad es brutal. El presupuesto para el Nacional es de 200.000 a 250.000 euros. Si queríamos hacer el Europeo –con lo que RMC nos apoyaba– necesitábamos 350.000 euros. Y para el Mundial 500.000. Son cifras mareantes. Nos centramos en tratar de salir fuera de España, por dar un salto de calidad también desde la estructura de Roberto Méndez, mi patrón. Pero los números nunca han salido.
Las declaraciones, concedidas a un medio de su tierra, el Heraldo de Aragón, no dejan de mostrar una realidad que viven muchos jóvenes pilotos nacionales que se quedan cortados después de brillar en los campeonatos españoles. En el caso de Cristian, su discurso es muy crudo, ahora embarcado y centrado en hacer prosperar el negocio que tiene con su padre de compra y venta de vehículos en La Puebla de Alfindén (Tu coche) en una especie de regreso a los orígenes después de ejercer de mecánico en la empresa Carrocerías Denver y de llevar otro negocio de coches de segunda mano (CholloCoches) junto a su pareja y copiloto, Rebeca Liso.
A punto de comenzar el segundo trimestre del año el futuro parece muy negro en cuanto a sus aspiraciones deportivas. El aragonés no tiene en la actualidad un programa definido, ni tan siquiera en el horizonte, esperando que prácticamente un milagro que llame a su puerta y le saque de lo que parece ser un año sabático para Cristian o, en el peor de los casos, de lo que puede ser el final precipitado de una prometedora carrera que acaba de empezar. La situación no es nueva. Otros como Cohete Suárez también vivieron lo mismo, en su caso hasta que la mano amiga de Carlos Sainz apareció y lo encaminó hacia la 208 Rally Cup francesa.
Seleccionado para el programa de jóvenes promesas de Hyundai, García desestimó su participación en el mismo con la esperanza de cerrar un proyecto para 2018 con el apoyo de otra marca, algo que finalmente no llegó a buen puerto. Ahora, la delicada situación de RMC tampoco ayudará a cerrar algo con lo que no perder ritmo competitivo a pesar de que la ayuda del propio Roberto Méndez ha sido incondicional desde que este disputara la extinta Beca del preparador leonés. Cristian trata de buscarle alguna explicación a la falta de apoyos mientras espera la llegada de alguien que le ayude a seguir demostrando su talento como piloto.
Es un problema de afición. En otras comunidades como País Vasco, Asturias o Galicia las empresas ayudan. Aquí, lamentablemente, ni te conocen. Como no les gusta este mundo no se valora el esfuerzo que cuesta hacer cima… Mi familia ya lo tiene asumido: hemos fundido los ahorros desde que empezamos en 2009. Vas sumando años y es mucho dinero gastado por un ideal. La solución está en casa. Mi padre ya no dice nada. Algún día tenía de llegar. Estamos tristes porque no es la situación deseada. Pero hay que mirar hacia delante. Trataremos de hacer alguna carrera por Aragón para no perder el contacto. Mientras, a ver si sale algo. La esperanza no la pierdo.
Vía | Heraldo