El Fiat PanDakar es un coche al que le tengo mucho cariño. Las ediciones 2006 y 2007 del Dakar embarcaron hacia África pasando por Málaga, mi ciudad natal. Y en la de 2007 recuerdo esperar a las puertas del Puerto de Málaga, cuando ya no quedaba casi gente en las calles (era domingo, al día siguiente tenía colegio) la llegada de estos curiosos coches, que en aquella edición estaban pilotados por Miki Biasion y Bruno Saby. El galo incluso me firmó un autógrafo pese a confundirle con su compañero de equipo. Su aventura no duró, pero diez años el pequeño coche italiano puede decir ya que ha acabado un Dakar.
La aventura africana fue infructuosa, pero los simpáticos coches acabaron en manos privadas: el equipo Orobica Raid de Giulio Verzeletti, enamorado del Dakar que compartió Dakar 2007 con el equipo original y decidió hacer una oferta por todo el material. Competir en la carrera de sus amores con un coche italiano merecía la pena. Y lo volvió a intentar en Sudamérica tras algunas modificaciones como un motor de mayor cilindrada, 1.9 litros y 180 caballos.
En 2011 y 2012 fueron con los dos coches y ambos sufrieron problemas mecánicos. En 2014 se quedaron cerca pero no vieron meta: el problema esta vez fue que al respetar las medidas originales del Fiat Panda de serie los neumáticos de 16 pulgadas empleados en el Dakar, frente a los de 15 que normalmente admite un coche tan pequeño, derivaron en averías finalmente fatales.
Y ya en 2017 fue la vencida. Esta vez fue un único coche a Asunción, con el propio Verzeletti a los mandos y Antonio Cabini como copiloto. Junto a BF Goodrich llegaron a una solución que evitara el mal que acabó con sus sueños tres años antes y todo ha ido como la seda hasta alcanzar Buenos Aires en 56ª posición, escapando además al farolillo.
Foto | Orobica Raid – PanDakar