Considerado uno de los Dakar más difíciles de la historia, el rally de este año ha visto cómo terminaban prácticamente toda la representación femenina dentro de nuestra armada. Todas ellas en proyectos muy distintos, sobresalen especialmente las actuaciones realizadas por Laia Sanz, undécima en un año que llegaba muy mermada por los procesos de enfermedad sufridos durante 2018 (además de problema gastrointestinales durante la primera semana) o la actuación de Cristina Gutiérrez, muy cerca de su objetivo de terminar entre los 25 primeros en coches.
La actuación de la catalana cumplió con lo que nos tiene acostumbrados, fiabilidad y una carrera de menos a muchísimo más. Aunque no defraudó, terminando su noveno Dakar de nueve en los que ha participado, no es motivo para no destacar su gran papel, aprovechándose de que los primeros tuvieron graves errores y dejando la sensación de que de estar 100% en forma no hubiera habido problemas para estar entre el Top Ten. Inteligente, con una gran intuición y todo un portento físico a pesar de las circunstancias, no estuvo nada lejos de esa novena plaza que luce actualmente como su mejor resultado histórico. Lástima que el problema eléctrico de la cuarta etapa dejara a Sara García en el camino porque sin duda hubiera sido muy especial el tener a ambas en meta junto la rusa, Anastasiya Nifontova, primera mujer que termina en Malle-Moto.
En el caso de Cristina Gutiérrez, su 26º puesto final deja en evidencia a todos aquellos que dudaron de sus cualidades en un principio, ya no solo por el resultado final, sino por la capacidad destacada de ella y de sus respectivos copilotos (este año un impecable Pablo Moreno Huete) para completar tres Dakar consecutivos, algo que no puede decir todo el mundo y menos con las limitaciones mecánicas de los dos primeros años. La apuesta por el proto 4×4 de Sodicars ha confirmado ser la correcta tanto en su caso, como en el de Isidre Esteve. Lo sufrieron, sin suda, especialmente en dos momentos clave, con la rotura de los radiadores en la etapa maratón y con un pinzamiento muscular en el cuello que la torturó esta semana, incluso afrontando una etapa sin aire acondicionado que terminaría por consumir la reserva de fuerzas que le quedaban.
Cierra la gran actuación española por parte de las féminas, Rosa Romero, disfrutando de la navegación tal y como sucedía con Dani Oliveras, quitándose en parte esa espinita de haber tenido que abandonar en su último Dakar en moto por un corte en el cuello justo en la despedida del equipo Himoinsa. Aunque es cierto que es una persona a la que le gusta afrontar los retos sola, así lo demuestran sus siete participaciones en moto anteriores, su asociación a Camelia Liparoti nos ha permitido ver de nuevo esta faceta de navegante que adquieren los pilotos de motos a base de orientarse y pilotar al mismo tiempo. La pareja terminó 38ª en la general de coches, por detrás de Xavi Foj y justo por delante de Dani Solà. Habrá lugar para que veamos a Rosa copilotar a Nani como ya planea hacer Peterhansel con Andrea… Ándate con ojo Álex Haro.
