Son muchos los kilómetros que han acumulado a sus espaldas. Doce etapas en las que ellos también han tenido que solventar los problemas que surgen después de recorrer cientos de kilómetros cada día en el desierto, algo que cuando se habla de un coche con cuatro décadas de vida a sus espaldas sigue siendo una labor cuanto menos extenuante. Aun así, el estreno del Dakar Classic parece haberse completado con nota y sin saber si habrá segunda edición o no, algunos equipos de la talla del Team de Rooy ya han comenzado a ofrecer algunos de sus vehículos históricos para su alquiler.
Entre los participantes se han impuesto dos franceses, Marc Douton y Emilien Etienne, dos amigos que trabajan en una compañía aeronáutica (Dassault Aviation) y que un buen día decidieron comenzar juntos este proyecto en los rally-raids. Al volante de uno de los buggies de Yves Sunhill, se han clasificado primeros por delante de los españoles Juan Donatiu y Pere Serrat en dos semanas de regularidad que les ha hecho vencedores de esta primera muestra de la categoría clásica.
El modelo se trataba precisamente de una de las unidades que construyó Yves para el Rally París Dakar, concretamente la primera versión, la de 1979 y con la que no tuvo demasiada suerte después de que un intercambiador de calor le dejara fuera de carrera. Después de la prueba, el coche pasó a manos de un expatriado francés que estaba viviendo en Níger, precisamente donde se quedó tirado Sunhil, en la etapa entre Asamaka y Arlit.
Esto no desanimó a Yves, un licenciado en Bellas Artes que había hecho mucho dinero a través de varios éxitos de ventas, entre ellos un sacacorchos de diseño que había directamente barrido en el mercado. Para que os hagáis una idea, su primer coche a los 19 años fue un Porsche 911, por lo que afrontar el coste de competir en el París-Dakar era asumible por parte de este enamorado de las pruebas todo-terreno que incluso recibió el apoyo del famoso modisto parisino Louis Féraud, padre de la pareja de Sunhill, Dominique-Martine, con la que se casó en 1969.
Justo el año antes a ese enlace matrimonial, en un viaje a California, Yves adquirió uno de los icónicos buggies areneros estadounidenses, clave para el desarrollo de toda esta historia y posteriormente, encantado con la experiencia, incluso estableció un taller y un concesionario importador de este tipo de vehículos que tuvieron tanto éxito en los setenta. Lo siguió intentando, con una undécima plaza como mejor resultado en la edición del Rally Dakar de 1980, y el primer puesto entre los dos ruedas motrices.
El coche volvería a aparecer en escena a principios del Siglo XXI y se utilizó en algunas exhibiciones con el París-Dakar como tema principal. Tras fallecer Yves en 2012, la intención de los propietarios fue la de volver a traerlo de nuevo a la competición, con Frédéric Verdaguer recibiendo el visto bueno por parte de la primera mujer de Yves, Kiki, con la que regresó para compartir los últimos años de su vida. En su apartado mecánico actual, prácticamente los elementos lo convierten en un buggy Volkswagen, ya que, si bien el original llegó a montar un propulsor Alpine, el actual, completamente restaurado por Nantes Prestige Auto. lleva un motor VW T1, aunque no se ha confirmado la potencia que entrega.
¿Cuál es el destino ahora del Buggy Sunhill? Seguramente a más de uno no le gustará saberlo, pero el plan por parte de los miembros del equipo ganador del Dakar Classic pasaba por el de adaptarlo a las nuevas tecnologías de propulsión, por lo que se está estudiando qué tipo de tren motriz encajaría mejor en el proyecto, si uno eléctrico alimentado por baterías, o una pila de combustible, por lo que en principio la intención es la de seguir compitiendo en el futuro en rally-raids, aunque sea en categorías de energías alternativas… Marc Douton dijo que todo ello dependería del éxito en el evento clásico de este mes de enero y desde luego que mejor no les puede haber salido.
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