Este fin de semana el mundo de la resistencia tuvo su casa en las Ardenas. Entre los frondosos bosques donde antaño se decidía el destino de Europa en la Segunda Guerra Mundial, esta vez Alemania y Japón no pelean en el mismo lado de la contienda. De momento y tras las dos primeras carreras del Campeonato del Mundo de Resistencia, Toyota tiene la delantera en la clasificación general sin haber sido derrotada hasta el momento y en Diariomotor Competición hemos vivido el inicio de temporada desde dentro del box nipón.
Los coches nipones funcionaron a las mil maravillas tanto en Silverstone como en Spa-Francorchamps, demostrando que su máquina está a un nivel que les permite soñar con la victoria en las 24 horas de Le Mans. Se trata de un triunfo que no sólo se busca con el ahínco habitual. El equipo anhela el éxito que les haría olvidar -dentro de lo humanamente posible- lo ocurrido en la edición del año pasado de la mítica prueba francesa. Hay que ganar y no se acepta un “no” como respuesta. Es una convicción que va más allá del simple hecho de querer ganar.
Con motivo de la cita belga del WEC, en Diariomotor Competición tuvimos la oportunidad de intercambiar opiniones con varios miembros del equipo Toyota –a lo largo de las próximas semanas iremos compartiendo con vosotros dichas entrevistas-, que nos contaron cual es la visión interna de la marca y del equipo en relación a la temporada 2017. Lo primero que nos quedó claro es que la obsesión por ganar es aún más pronunciada que el año pasado y que el equipo usó la dura experiencia de las 24 horas de Le Mans de 2016 como carburante para alimentar su motivación.
En ese sentido la escuadra ha trabajado más duro que nunca para asegurar que todo aquello que depende de ellos está al nivel necesario para pelear con Porsche, únicos rivales este año -contar a ByKolles es algo que quizás habría que hacer teniendo en cuenta que están en LMP1 pero su rendimiento sigue a años luz de los coches oficiales-. Pero lo más interesante e intrigante de la lectura en Toyota es que no se da nada por hecho y en todo caso, el optimismo y la confianza que parece haber en las carreras de 6 horas se convierten en prudencia y cautela cuando se habla de Le Mans. Lección aprendida, parece.
En las dos primeras citas del año, Toyota optó por competir con los paquetes aerodinámicos de alta carga en sus coches número 7 y 8, los que van a estar todo el año en pista. El razonamiento es puramente matemático, intentando sacar el máximo partido de dos carreras en las que Porsche salió con los paquetes de baja carga aerodinámica específicos para Le Mans. Menos resistencia al aire que da un menor consumo de carburante y una velocidad punta más alta. Son puntos clave en Le Mans pero no en Silverstone o en Spa-Francorchamps, con lo que Toyota lo tuvo relativamente fácil para batir a sus rivales.
Exceptuando percances varios como el accidente de Pechito López en la cita inaugural del año y su ausencia en la segunda, los TS050 se han mostrado superiores a los 919… hasta ahora. Pero eso no tiene por qué aplicarse en Le Mans. Ante todo, de la misma forma que en 2016 Toyota no estuvo a la altura en el inicio del Mundial y en Francia lucharon por ganar, la situación podría ser la opuesta esta vez. Y más allá de eso, hay que tener en cuenta que los Toyota compitieron siempre con el paquete adecuado para cada circuito mientras en Porsche el trabajo parece haber estado siempre centrado en Le Mans.
¿Hay nervios entonces en Toyota? Seguro, como también en Porsche. También hay respeto por una carrera que al ser de 24 horas puede producir todo tipo de situaciones inesperadas gracias al clima, los doblados, los problemas técnicos y la propia competición. También hay que recordar que los japoneses cuentan con un tercer coche que tiene una función muy específica. En Bélgica, el coche pilotado por Stéphane Sarrazin, Nicolas Lapierre y Yuji Kunimoto montó el paquete aerodinámico de baja carga que se usará en Le Mans, de la misma forma que Porsche.
Comparando el ritmo de los coches con el paquete de Le Mans, Porsche debería salir mejor parada pero teniendo en cuenta que la de Toyota era la tercera unidad y por lo tanto a priori la menos competitiva de Toyota, la desventaja con respecto a los 919 no es grave… lo que nos lleva a un empate técnico que nos deja una situación ideal de cara a las 24 horas de Le Mans. Emoción, igualdad teórica y una lucha estratégica entre dos Porsche y tres Toyota. Son todos los ingredientes necesarios para ver una carrera que podría ser histórica. Estos últimos intentarán que así sea, buscando lograr lo que se les escapó por apenas unos minutos hace once meses.
¿Qué significará para Toyota poder contar con tres coches? Desde el propio equipo lo dejan claro: variedad estratégica al abrirse opciones de intentar distintas soluciones tanto en términos de reglajes como de actuaciones en carrera y la posibilidad añadida de forzar a Porsche empujando con los tres coches y obligando a los alemanes a elegir entre quedar fuera de la lucha o arriesgarse a romper. Es una ventaja clara en caso de que el coche sea competitivo pero tal y como afirmó Rob Leupen de Toyota de forma bastante cándida, si en 2015 hubieran competido con tres coches, tampoco se habría ganado… y ahí está la clave.
La carrera de Spa-Francorchamps fue una auténtica montaña rusa -¿belga?- de emociones. Tres coches en pista, un error en la primerísima curva, el liderato de Porsche, la remontada de los dos coches habituales, la forzada estrategia distinta de Porsche, las paradas tardías de los números 7 y 8… y el susto final cuando el coche número 2 de los alemanes casi logra llegar hasta el final con una parada menos de lo esperado. La alegría en Toyota fue grande después de esta victoria. Entienden el significado que tiene estar arriba ahora: meten presión a Porsche por partida doble -tres coches y buen rendimiento en las primeras dos carreras- y mantienen la motivación del equipo en la cima.
La próximo será cerca de un mes después en La Sarthe, donde Toyota tendrá que enfrentarse a sus demonios. Son rápidos allí, pueden pelear con Porsche y pueden incluso superarles en estrategia. Están capacitados para ganar pero aún no lo han hecho. Ninguno de sus pilotos ha ganado nunca en Le Mans así que cualquiera de los equipos tiene motivos más que suficientes para querer pasar a la historia. Pero a pesar de todo ello, el recuerdo de lo ocurrido el año pasado planeará sobre sus cabezas y a poco que las cosas empiecen a torcerse, el miedo puede apoderarse del equipo. Será importante ver cómo se gestiona una carrera que puede ser tan complicada a nivel técnico como emocional.
Tras terminar la carrera fui a hablar con Kazuki Nakajima, uno de los pilotos del coche ganador, que por ahora lleva dos triunfos en dos carreras. Tras coincidir en varias ocasiones y ser el único occidental que le habla en japonés, empezamos a entablar conversaciones con relativa facilidad. «Hemos tenido suerte», me dijo tras felicitarle por el triunfo, en referencia a un comentario suyo durante la entrevista que le había realizado esa misma mañana -y que pronto estará lista para todos vosotros-. Mi respuesta fue la de apuntar que más allá de la suerte -aquella que quizás había faltado el año pasado-, las cosas pintan bien. Su sonrisa cómplice me dijo todo lo que necesitaba saber.