Viscerales. Es posible el mejor adjetivo para describir la gran mayoría de reacciones ante lo que se da ya por hecho. El regreso de Fernando Alonso a la Fórmula 1 de la mano de Renault, en lo que será su tercer paso por el equipo con sede en Enstone y el reencuentro con la escudería que le hizo bicampeón del mundo hace ya quince años. Es lógico. A las pasiones que Fernando Alonso siempre ha desatado se suma el peso de la hemeroteca, la difícil situación deportiva de Renault y la edad del asturiano. Pero ante eso sólo puedo gritar que les dejemos hacer lo que les dé la gana.
Desde la perspectiva de Renault difícilmente se puede justificar que sea un error. Necesitaban un golpe de efecto para salvar el proyecto Fórmula 1 en plena crisis institucional. Desde mayo el planteamiento ha sido claro. Necesitan un número uno. Y dentro de los disponibles, Fernando Alonso tiene una historia con la casa, hay un relato que vender y son dos viejos amigos que se pueden ayudar mutuamente. ¿Es un carácter difícil? Sí, lo sabemos todos y lo saben ellos mejor que nadie. Pero también es todo un personaje que ofrece la tan ansiada exposición mediática por parte de cualquier fabricante y una garantía de resultados siempre y cuando el equipo rinda mínimamente. En un pelotón como el que vimos este fin de semana en Austria, dará el extra que Renault necesita.
El fichaje de Fernando Alonso también supone para la Régie una golpe de orgullo. Han visto cómo tras poner toda la carne en el asador por Daniel Ricciardo el australiano decidía marcharse a un rival directo, a un equipo que ni siquiera es de fábrica como McLaren. Debían demostrar que seguían siendo atractivos y que como equipo oficial son capaces de atraer a un piloto top. Igualmente Cyril Abiteboul necesita justificar su puesto, muy cuestionado. ¿Está de vuelta Fernando Alonso? Puede ser, pero de entre lo que hay disponible es el nombre que viene a la cabeza junto al de Sebastian Vettel, con la ventaja de haberse desintoxicado por un tiempo de la Fórmula 1.
No falta quien lamenta que no se den oportunidades a pilotos más jóvenes, especialmente de la propia cantera de Renault. Lo cierto es que las estrellas jóvenes ya están colocadas en equipos punteros (Max Verstappen, Charles Leclerc…) y Renault tiene a un piloto de ese perfil en Esteban Ocon. No era por lo tanto una necesidad imperiosa. A ello se suman, además de la categoría que se le presupone a Fernando Alonso y el impacto mediático, las prisas del equipo galo por aclarar su futuro y ponerse a trabajar desde ya en 2021 y 2022. Por muy buenos que sean Guanyu Zhou o Christian Lundgaard, Renault no puede permitirse esperar hasta noviembre para ver si obtienen los puntos necesarios para la Superlicencia. En cambio Fernando Alonso podría subirse ahora mismo a cualquier sesión de libres sabedores de que lo aprovechará de cara a 2021.
Luego está la visión de las cosas para Fernando Alonso. Ya ha visto lo que hay fuera de la Fórmula 1. Ha reverdecido laureles y recuperado prestigio con victorias en resistencia. Ha catado Indianápolis y Dakar, siendo pruebas a las que siempre podrá volver si le apetece. Pero no ha encontrado en ninguna parte el nivel de satisfacción pura que da pilotar un Fórmula 1 al máximo. Con todos los defectos que se le puedan encontrar a la máxima categoría y a pesar de que a muchos aficionados nos ha gustado esta etapa explorando otras categorías, contra eso poco se puede hacer.
Por supuesto que habrá malos momentos, declaraciones altisonantes y resultados decepcionantes. Pero hablamos de que un gran piloto está dispuesto a correr con un equipo de mitad de parrilla por el placer de competir. Como lo estamos viendo con Kimi Räikkönen, de hecho. ¿Quiénes somos nosotros para un reproche así? Y si en algún momento juró que no volverá si no era para luchar por Mundiales, bienvenido sea este Fernando Alonso dispuesto a pilotar por pura diversión, suya y nuestra.
Foto | Groupe Renault – LAT