Después de cinco años de dominio por parte de Skoda, en los que no sólo el hindú Gaurav Gill ha ganado, sino que también ha sido el semillero de algunas de las grandes promesas de la factoría checa (Pontus Tidemand, Ole-Christian Veiby o Fabian Kreim han pasado por allí), el Asia Pacifico Rally Championship volvía a empezar con la primera cita, el Rally Whangarei en Nueva Zelanda, en el que se imponía Gill tal y como os informaba mi compañero Álex. Sin embargo, lo que parece un campeonato menor, con mucho menos tirón que el ERC, cuenta con un ‘muro de la fama’ de gran nivel.
Y es que entre los ganadores del APRC nos encontramos con muchos nombres conocidos, como los de Jan Kopecky, el propio Tidemand, Alister McRae, Possum Bourne, Kenneth Eriksson, la estrella del Dakar y de Mitsubishi, Kenjiro Shinozuka y el inagotable Rod Millen, padre de Rhys y uno de los grandes de la Subida a Pikes Peak. Incluso la segunda categoría, la de los Dos Litros, sorprende al ver que su gran dominador durante años no ha sido otro que Nobuhiro ‘Monster’ Tajima, leyenda de la carrera hacia las nubes.
Sin embargo, lo que más llama la atención es precisamente la temporada 1990. Este año, que muchos recordarán con mucho cariño al tratarse de la primera vez en que un piloto español conseguía coronarse Campeón del Mundo de Rallyes, cuenta con la curiosidad de que Carlos Sainz hizo doblete. Además de llevarse el triunfo en el WRC junto a su inseparable Luis Moya, el madrileño también se coronó campeón Asia-Pacifico de Rallyes, un título más de un abultado palmarés que en muchas ocasiones se decide omitir para hablar de su ‘mala fortuna’.
Obviamente no fue un título perseguido como sí lo fueron los Campeonatos de España, WRC, el Dakar o la Copa del Mundo FIA de Rallyes Cross-Country. Al igual que en el caso del ERC, el Asia-Pacifico aprovechaba el foco del WRC en citas como Nueva Zelanda, Indonesia o Australia para atraer a grandes pilotos y además ofrecer a los habituales un mayor coeficiente. Las listas eran espectaculares, con talentos de talla mundial frente a ídolos locales como Possum o el propio Millen.
La victoria en Nueva Zelanda y el segundo puesto en Australia de Sainz y Moya al volante del Toyota Celica GT-4, les dieron matemáticamente el título de campeones del APRC en 1990, algo a lo que se sumaba sólo unos meses más tarde su primer entorchado intercontinental. Los abandonos de sus principales rivales Ross Dunkerton y Rod Millen en Australia no daría opción a más en un calendario que sólo comprendía cinco fechas (Malasia, Indonesia y el Rally del Himalaya). Una curiosidad que resiste al paso del tiempo: un piloto español que ganó el Campeonato Asia-Pacifico y que se une a los títulos del ERC conseguido por Zanini, al del IRC de Enrique García Ojeda, a los del WRC del propio Sainz, JWRC de Sordo y Solà, SWRC por parte de Pons o a los del Grupo N y dos litros de Chus Puras.