Ha quedado cierto amargor tras la edición del Dakar 2017. Anunciada como la más dura desde que la carrera se celebra en Sudamérica, la meteorología y la obligación moral y ética de ayudar a la gente de los pueblos afectada por los corrimientos de tierra, hizo que la prueba quedará mermada. Que esos 9.000 kilómetros programados se vieran seriamente alterados y que finalmente no pudiésemos ver el verdadero carácter del recorrido diseñado por Marc Coma que ya de por sí fue duro.
El director deportivo de la ASO cogió lo que tenía sobre la mesa, lo unió como pudo y además le dio un toque de dureza, una dureza que sólo puede salir de la mente de todo un dakariano. Sin embargo, la carrera necesita algo más. Precisa de regresar al pasado, a recuperar la arena tradicional, los largos cordones de dunas, el calor, los coches varados en la cresta de las olas de un mar sin piedad. Y para ello deberá desplazarse al oeste, tratar de volver al temido desierto de Atacama o al de Perú.
Se abre un proceso de reflexión para los organizadores de la carrera más dura del planeta. Queda sólo unos meses para tener que volver a visitar el terreno ya con los equipos de reconocimiento que dirimirán si el recorrido de 2018 es plausible. Para aquel entonces, todo el papeleo y burocracia se tiene que haber llevado a cabo y, con ello, los acuerdos con los distintos países y regiones por los que debe transitar el Dakar del año que viene.
Con 29 países ya atravesados, es el momento de echar la vista atrás y buscar lo más parecido a esa exigencia africana, y eso implica regresar a al menos uno de los dos países mencionados antes. Roberto Berasategui, periodista de Clarín, asegura que el gran beneficiado será finalmente Perú, con el que ASO buscará cerrar un acuerdo los próximos meses que permitiría a la carrera transcurrir por su territorio sin que el Gobierno haga frente a los altos cánones que sí están obligados a abonar países como Paraguay, Bolivia o Argentina (se estima que, en torno a un millón de dólares por etapa, más en el caso de acoger la salida ceremonial).
Obviamente a los franceses no les interesa que esto puede levantar en pie de guerra al resto de países, por lo que, según el periodista argentino, se venderá un ‘acuerdo de cooperación’ entre ambas partes. Argentina ya ha expresado recientemente su deseo de seguir acogiendo a la carrera, imposible entender el Dakar actualmente sin ellos, mientras que Paraguay también ha admitido que no se conforma únicamente con el peso testimonial que ha tenido este año.
Vía | Clarín.com