El DeltaWing nunca ha muerto

Una breve reflexión. Demasiado larga para compartir en un tuit y quizá demasiado corta para un artículo. Pero que creo interesante compartir. Quienes creyeran que el DeltaWing fue un simple ejercicio de marketing y una pérdida de dinero están errados. Siete años después de que se presentara el proyecto en el Salón del Automóvil de Chicago es sorprendente lo que ha dado de sí el proyecto ideado por Ben Bowlby. Y no me refiero sólo a los prototipos al DeltaWing del Box 56 en Le Mans, el Nissan ZEOD RC de dos años más tarde o el Coupé desarrollado por Panoz.

Cuando vi el diseño presentado por Spark para el futuro de la Fórmula E no pensé en otra cosa que un DeltaWing tal y como lo concibió Bowlby. Vale, sí, los dos ejes son de un tamaño similar. Y el color plateado ayuda a que se le vean semejanzas. Pero no tiene alerón trasero, las ruedas están carenadas, con parachoques en la parte trasera y una visera frente al habitáculo.

Y voy más allá de que un coche diseñado siete años más tarde pueda recoger soluciones puntuales, que también se encuentran en otros monoplazas posteriores como el propio Dallara DW12 que le ganó la partida al DeltaWing como monoplaza para la IndyCar Series. Ben Bowlby no se equivocaba al apostar por montar motores más pequeños y apostar por la velocidad punta a costa de sacrificar paso por curva. Puede que fuera radical, pero salvo por el reglamento de la Fórmula 1 en 2017, es lo que hemos visto en circuitos durante el último lustro.

¿Que recogió tendencias que ya existían en la industria del automóvil? Por supuesto, no defiendo que con el DeltaWing se inventara el ‘downsizing’. Pero sí supuso un soplo de aire fresco para el mundo de la competición, muchas veces más conservador de lo que pretendemos vender. Así que quizá sea hora de darle su reconocimiento por mucho cachondeo que nos siga produciendo recordar las prestaciones del Nissan GT-R LM NISMO LMP1…