La NASCAR tiene un problema en Indianápolis. Por muy importante que sea a nivel de prestigio que el mayor campeonato de carreras de los Estados Unidos dispute una cita en el trazado más famoso del país, el Indianapolis Motor Speedway, la Brickyard 400 ha visto caer en picado su público desde que en 1994 se disputara la primera carrera de stock cars allí. Y este fin de semana amenaza con marcar registros negativos históricos. Ya durante la jornada del sábado, cuando se disputó la prueba de Xfinity Series, las gradas parecían totalmente vacías.
Ni siquiera la presencia de The Chainsmokers o Major Lazer en el festival de música anexo evitó que las gradas presentaran un aspecto realmente pobre. Y las altas temperaturas que se esperan el domingo hacen que la previsión de público no vaya más allá de los 40.000 espectadores en un recinto con capacidad para más de 250.000. Para que os hagáis una idea aquellos que no sigáis de cerca el automovilismo estadounidense, cuando la NASCAR acudió por primera vez a Indianápolis para un test en 1993 aparecieron 50.000 espectadores.
One year before the first #Brickyard400, a star-studded lineup of #NASCAR drivers took part in an open test at @IMS. #FlashbackFriday pic.twitter.com/qRaWewiWsV
— NASCAR (@NASCAR) July 21, 2017
Para 2018 la NASCAR ha previsto un cambio de fechas de la Brickyard 400, que pasará de julio a septiembre como última carrera de su temporada regular. Y si no, la última alternativa parece pasar de competir en el mítico óvalo a su trazado rutero, como ya han decidido hacer con la segunda carrera en Charlotte. Pero parece complicado que la NASCAR remonte el vuelo en un territorio cada vez más hostil.