El campeonato australiano de turismos está en una encrucijada puesto que cuando sus organizadores propusieron el Gen2, participación de coches coupé con motores V6 turbo, jamás imaginaron que tanto Volvo como Nissan retirarían sus programas oficiales y Ford se presentaría a correr con el Mustang V8 en aras de sus intereses comerciales. No quedó otra opción que mantener por otro ciclo los V8 de 5 litros y 650 caballos. Aunque ahora permanezcan apenas dos equipos de fábrica en acción, el costo de mantener tales propulsores está afectando a la mayoría y además no se advierte que otros proveedores se interesen por ingresar al campeonato. De allí que se medite la introducción de motores V8 turbo, tal como se utilizan en ciertas competiciones de GT.
Sean Seamer, CEO de Supercars, explicó que se han aplicado medidas como el uso de una transmisión económica y la prohibición de los amortiguadores de doble muelle con el fin de que los equipos privados puedan mantenerse en acción con presupuestos razonables. Sin embargo, el costo de los motores solamente permite competir sin mayores problemas a DJR Team Penske, Tickford Racing y Triple Eight Engineering, equipos con apoyo de fábrica, el resto, como sucede con Kelly Racing, deben acudir a particulares para preparar su lote de motores Nissan de levas, cuyo costo en Australia se eleva por sobre 120 mil dólares.
Ciertamente, el año pasado Triple Eight y General Motors llegaron a probar un V6 biturbo, tal como sugería el reglamento, pero en carrera no resultó muy confiable y además el Holden Commodore no se vende al público con ese motor, lo que no tenía sentido para el fabricante. La propuesta no resultó, así que la regla quedó sin efecto. En tal sentido, se estudia introducir una generación de motores V8 con turbo que sea más rentable y a la vez más potente. Explicó Seamer que hipotéticamente un propulsor de tales características costaría unos 40 mil dólares y soportaría todo el calendario con apenas dos reconstrucciones, algo que sería beneficioso para el campeonato. Además, adoptar el sistema turbo abriría las puertas a posibles nuevos fabricantes.
En palabras de Sean Seamer:
Los motores están muy costosos. Cualquier cosa que podamos hacer para ahorrar dinero y no afectar el espectáculo será buena, queremos mejorar las carreras. Los actuales motores van al límite y no son nada baratos. Si se observa lo que está sucediendo en los Estados Unidos donde algunos GT instalan motores V8 twin turbo de cuatro litros se puede pensar que sería bueno también para Australia, suenan muy bien y tienen mucha potencia. Quisiera escuchar un AMG bajando por Collins Street, seguramente será del agrado de muchos fanáticos del campeonato.
Vía | Speedcafe