Aunque el Supercars inició como un campeonato de Turismos en 1993, desde la introducción del Mustang en el año 2019 se ha dado paso a una competición de coches cupé muy parecida a la NASCAR que ha dejado atrás sus orígenes. La organización no es ajena al mercado comercial porque de allí derivan los modelos que participan en el campeonato y ya están al tanto que el Chevrolet Camaro está en vías de extinción, al igual que los Muscles Car americanos y un buen número de sedanes, en tanto la industria avanza hacia una dirección muy distinta, con los SUV compactos y los crossover dictando la pauta.
En el Supercars apostaron por los Stock Car y han caído en cuenta que ningún otro fabricante ingresará a la categoría porque no tienen un coche que se adapte a sus regulaciones técnicas, tras la desaparición de Camaro tal como se conoce, lo que ha generado cierto malestar porque de seguir aferrados a la NASCAR como referencia cometerían el error de promocionar productos que no existen en el mercado australiano. Por otra parte, otras categorías de Stock Car no han tenido inconvenientes para adoptar modelos como el Chevrolet Cruze, que será reemplazado por el Tracker, el Toyota Corolla y el Mitsubishi Eclipse Cross con el cual los japoneses aspiran volver a la competición, es decir están en sintonía con lo que ofrece el mercado y por tal razón no tienen tantos problemas para realizar sus campeonatos.
Otro punto que atenta contra el Supercar es que al estar siguiendo los pasos de la NASCAR promociona el uso de motores V8 de alta cilindrada que instalan los Ford Mustang GT y los Chevrolet Camaro ZL1, los cuales tampoco están en sintonía con la dirección que está tomando la industria del motor a nivel mundial. Ciertamente, el V8 americano tiene muchos seguidores, pero está lejos de la tecnología actual, de las prestaciones y el consumo que pueden ofrecer motores turbo. En el campeonato australiano también están observando con recelo como la NASCAR está preguntando por prototipos eléctricos, aunque parezca un sacrilegio, porque se entiende que son los fabricantes los que tienen la última palabra en lo que respecta a categorías de primer nivel, seguir por un camino que nadie desea transitar es correr el riesgo de fracasar.
En todo caso, el Supercars debería reunirse con los representantes de Ford y de Chevrolet para analizar opciones siendo una de ellas alejarse de los íconos cupé americanos y competir con coches con los cuales los fanáticos se sientan identificados, tal como sucedía en un pasado no muy lejano.
Vía Speedcafe