Durante todos estos años, los más aficionados a los rallyes recordarán que hemos vistos superespeciales urbanas en prácticamente todos los rincones del mundo. En el Mundial de Rallyes, los WRC han competido en recorridos dibujados por las calles de ciudades como Oporto, Ciudad de México o, sin ir muy lejos, en Montjuïc. En el Campeonato de Europa ya es tradicional ver a los pilotos pelearse con los volantes para marca los mejores tiempos en la superespecial de Portas do Mar en Azores o en las calles de Zlin, mientras que en el Nacional de Asfalto no nos faltan nuestros pasos por Lalin, Maceda o en el caso del antiguo Rías Baixas, con un tramo en pleno centro de Vigo.
Los pilotos son conscientes de que en este tipo de tramos todos los bordillos se convierten en verdaderas trampas dispuestas a terminar con tu rally. El asfalto sucio, los adoquines o las zonas arenosas no son las condiciones perfectas para exprimir tu vehículo hasta los límites, sabiendo perfectamente que en este tipo de especiales urbanas son muchos los que lo pierden todo y pocos los que ganan mucho.
Es en este momento, cuando creemos que los años siguiendo rallyes nos han permitido ver prácticamente todas las situaciones, cuando nos encontramos con verdaderas joyas como el Rallye del Rubinetto, valedero para la Copa de Italia de Rallyes. A simple vista no parece nada fuera de lo normal, con tramos de asfalto muy estrechos, en su mayoría con firme antiguo y con poco grip que se complica debido a la fecha en la que tradicionalmente se ha disputado, justo después del verano, cuando el otoño empieza a hacer mella en la masa arbórea.
Hasta aquí todo parece normal y podemos afirmar que los R5, S2000 y World Rally Cars presentes en la copa italiana siempre regalan un gran espectáculo. El gen verdaderamente diferenciador nos lo encontramos en su famosa especial de Prelo. El corto tramo de 7,20 kilómetros cronometrados discurre por unas carreteras montañosas en las que es muy difícil encontrar el ritmo debido al paso por distintas poblaciones de pequeño tamaño. Casi al final de la especial llegamos al pueblo de Germagno (poco más de dos centenares de habitantes) en el que nos encontramos sin duda la sección más estrecha de un rally que he visto en mis años siguiendo esta disciplina. ¿Su nombre? La Strettoia di Prelo.
Nadie se atreve a no engranar primera, los vecinos se arremolinan detrás de las esquinas de las casas prácticamente como si de un encierro de San Fermín se tratara y los coches pasan literalmente rozando una de las casas. Desconocemos si el propietario de esta tiene algún tipo de acuerdo con los organizadores del rally para que la fachada sea repintada todos los años, pero lo cierto es que es difícil que pasen los coches sin tocar con el puente trasero en la esquina redondeada de esta pequeña callejuela. Sin duda, una de esas curiosidades de este tipo de competición que merece ser conocido. No os perdáis la onboard, os aseguro que no os arrepentiréis.
