Seguramente se trataba del campeonato que más temas tenía por resolver en la reunión celebrada hoy en Manila por el Consejo Mundial del Motor. La Comisión de Off-Road ha publicado las principales pinceladas acerca de lo que será la categoría reina del Mundial de RallyCross a partir de la temporada 2020, año en el que los Supercars pasarán a ser completamente eléctricos, manteniendo a su vez su estatus de campeonato intercontinental.
Aunque sí se esperaba que se dejaran patentes las intenciones acerca de lo que ocurrirá con los vehículos propulsados por motores de combustión interna, han sido las principales normas técnicas de los vehículos eléctricos las encargadas de capitalizar toda la atención. Aunque parecía un secreto a voces, se ha desvelado el nombre de los principales suministradores del nuevo campeonato eléctrico, siendo los franceses de ORECA los encargados de diseñar, desarrollar y construir el chasis que se utilizará entre las temporadas 2020 y 2023, mientras que el brazo de ingeniería de Williams, hasta esta temporada suministradores de la Fórmula E (McLaren entrará a partir de la quinta campaña), debutarán en el World RX como proveedores únicos de las baterías durante cuatro años.
Tal y como se anunció, los coches contarán con dos motores eléctricos, uno en el eje delantero y otro en el trasero de 500 kW (680 CV de potencia), una batería y un chasis común y una silueta que se adaptará a estos chasis con la forma elegida por cada fabricante. La filosofía en cuanto a la reglamentación de los trenes de potencia será similar a la ya utilizada en Fórmula E, aplicando en este caso algunas restricciones con el objetivo de controlar los costos y los desarrollos. Por último, compañías privadas podrán homologar sus propios coches, con la condición de que cumplan los estándares de la FIA en materia de carrocería y que utilicen los elementos genéricos antes mencionados y utilizando siluetas diseñadas a partir de un modelo base proporcionado por la FIA.
En cuanto a lo deportivo, se mantendrá el formato de eventos, con calendarios que comprenderán entre 12 y 14 citas y que cada uno de ellos estará dividido en práctica, cuatro mangas clasificatorias, dos semifinales y una final. Cada equipo oficial inscribirá dos coches, mientras que las formaciones privadas contarán con su propio Trofeo para Equipos. Se creará un Campeonato del Mundo para fabricantes además del ya existente de pilotos, sumándose los “cuatro mejores resultados entre los automóviles de cada fabricante por evento” para determinar el campeón, lo que nos dejaría entrever un sistema similar al del DTM, con los fabricantes poniendo en competición varias unidades de sus coches, pero sólo pudiendo escribir dos bajo los colores oficiales tal y como mencionábamos anteriormente.