Quisiera creer que las recientes declaraciones de Greg Maffei, CEO de Liberty Media, acerca de una nueva distribución de los ingresos, se hizo para evaluar las reacciones inmediatas de todos los involucrados y a partir de allí diseñar un plan de acción. Porque me resulta un tanto ilógico pensar que una empresa realice una compra millonaria para echar por tierra los exitosos métodos aplicados por Bernie Ecclestone durante años y que han mantenido a la Fórmula 1 en la cima del automovilismo. Intentar forzar un equilibrio, en una categoría cuya dinámica no permite la paridad entre todos los participantes, luce como una utopía.
La Fórmula 1 todavía ostenta un respetable número de seguidores, aunque las cifras de audiencia han mermado en las últimas temporadas por diversas razones y una de ellas es lo predecible que llegó a ser. El nuevo propietario de los derechos comerciales, Chase Carey, en nombre de un emporio de medios internacionales, está apostando por relanzar a la categoría a otro nivel de popularidad, en tal sentido, Maffei indicó que una competencia más abierta y emocionante captaría una mayor atención del público y esa situación representaría un incentivo para inversionistas y patrocinadores. Pero tal escenario pasaría por eliminar privilegios, como el bono anual de 100 millones de dólares que Bernie Ecclestone concede a Ferrari por su lealtad y compromiso. Habrá Maffei caído en cuenta que Mercedes, Renault y Honda, los otros proveedores de motores, incluso los dos primeros con escuderías propias, han desembarcado y desertado de acuerdo a ciclos basados en sus propios intereses y rentabilidad.
Más allá de lo que representa Ferrari para la Fórmula 1, no se puede pasar por alto su compromiso, difícilmente otro equipo histórico soporte veinte años sin ganar un campeonato, fabricando todo tipo de motores y tecnología sin obtener compensación alguna. McLaren y Williams también son equipos históricos, pero no diseñan, construyen y desarrollan motores, así que sus respectivos presupuestos no se ven tan afectados. En tanto Mercedes y Renault sí deben asignar un buen dinero para sus propulsores, pero ya han demostrado anteriormente que permanecerán en la Fórmula 1 si observan beneficios, así que no tendría sentido «obsequiar» un bono si al año siguiente deciden marcharse. Un caso muy particular es el de Red Bull y Toro Rosso ya que ambas escuderías, derivadas de Jaguar y de Minardi respectivamente, se han consolidado en base a su extraordinaria administración, inversión traducida en resultados, y en una más que sobresaliente estrategia comercial, pero son relativamente nuevos y su compromiso a largo plazo aún es incierto.
En 2020 deberán sentarse todos los involucrados para discutir cómo será el nuevo reparto del dinero que ingresa por los derechos comerciales, para entonces seguramente la gerencia de Liberty Media habrá establecido lo que será su visión de una Fórmula 1 sin Bernie Ecclestone, pero aunque desde ahora pregonen, en la voz de Greg Maffei, que pueden ser capaces de restringuir los privilegios a Ferrari, no creo lleguen a tal extremo, esa acción sería contraproducente en todos los sentidos. La Fórmula 1 es un mundo muy diferente a cualquier categoría norteamericana, por tal razón no se debería comprometer su esencia en aras de creer que se pueden fabricar emociones a partir de entregar dinero a manos sueltas a los equipos que menos invierten.
Que el actual reparto luce injusto es cierto, pero la Fórmula 1 no es una lotería. Los que ingresan entienden de qué va el asunto y la política de Ecclestone, para con la entrega de los premios, obedece a la aplicación de un criterio muy particular para evitar que aventureros, estafadores, nuevos millonarios, excéntricos y personas que solo buscan dinero fácil y rápido, además de notoriedad mediática, enturbien el ambiente. También resulta preocupante que muchos equipos dependan del aporte que se otorga por sus puntos para seguir operativos, lo que a todas luces indica que no hay planes a mediano o a largo plazo ni reservas financieras. ¿Acaso Liberty Media actuará en modo Robin Hood?
Entiéndase, el dinero jamás garantizará resultados, de ser así entonces por qué fracasaron Toyota, BAR, BMW Sauber, Honda y Jaguar, por mencionar casos recientes. Los nuevos dueños de los derechos de la Fórmula 1 conocen un método eficiente para que un reparto equitativo del dinero se traduzca en paridad, en una categoría que no es monomarca. No lo creo. Por una parte, en la Fórmula 1 no existe el coche cliente y las reglas técnicas varían demasiado de un año a otro. Por otra parte, Ferrari, Mercedes y Renault tienen sus propios equipos y a ellos otorgarán prioridad, así que sus clientes deberán desembolsar por motores, tecnología y asistencia técnica. Esa relación de patrón y siervo jamás funcionará para nivelar rendimientos, aunque ahora mismo Red Bull parezca una excepción.
Otro escenario muy factible es que Liberty Media introduzca un novedoso escalafón de premios por puntos y méritos, presione a los grandes equipos en su intento por equilibrar los desempeños, tal vez le quite el bono histórico y ciertos privilegios a Ferrari y se afane en la búsqueda de otros horizontes en cuanto a proveedores, circuitos y patrocinadores, utilizando estrategias orientadas a involucrar capitales y elementos norteamericanos. Pero será complicado que General Motors y Ford desembarquen en una categoría del motor donde no tienen linaje, así que los seguidores de tales marcas seguirán con sus ojos puestos en las series estadounidenses. Otro punto a considerar es la amenaza silenciosa que representa la Fórmula E, lo que empezó como una curiosidad ha tomado tal forma que ha llamado la atención de importantes inversionistas.
Bernie Ecclestone siempre se aseguró que su producto fuera el mejor, a pesar de los tantos cambios en las reglas, en tal sentido habrá que ver si los gerentes de Liberty Media son capaces de mantener el nivel o se atreven a implementar cambios radicales. Los americanos tienen mucha noción del espectáculo y del deporte, no obstante su enfoque es localista. Pueden presumir de organizar los mejores campeonatos de béisbol, basketball, futbol americano y hockey, pero como indiqué, la Fórmula 1 posee otra dinámica y una historia que carece de raíces americanas. Así que tengo mis reservas en cuanto a norteamericanos promocionando un campeonato en el cual europeos y asiáticos son protagonistas, incluso también tengo mis dudas acerca de la pertinencia de involucrar a Ross Brawn en estos asuntos. ¿Acaso ahora muchas personas saben cómo gestionar la Fórmula 1 mejor que Bernie Ecclestone?