Hace seis años, Sean Johnston se paseaba por algunos de los paddocks de algunos de los circuitos más importantes a nivel mundial con su inconfundible cabello rubio y con la intención de seguir dando pasos en su carrera deportiva en GT’s. El norteamericano competía en la Porsche Supercup antes de dejarse ver por algunas de las pruebas más prestigiosas de la resistencia entre los GT3. Paul Ricard, Austin, Macao, Mónaco o Nordschleife fueron sustituidas con el tiempo por Finlandia, Monte-Carlo o el Rallye de Alemania.
Es estadounidense dio un giro sorprendente a su carrera deportiva. Se desprendió de los rizos, se dejó un bigote señorial y convenció a un compatriota y amigo, Alexander Kihurani, empresario de profesión, de que le debía acompañar por medio mundo para cumplir el sueño de convertirse en piloto de rallyes. Tocaba empezar de nuevo, y aunque conocía las sensaciones de llevar al límite en circuito a coches como el Mercedes SLS AMG GT3 o el Porsche 911, la decisión de Johnston fue la de comenzar por la base, disputando en 2018 la ADAC Opel Rallye Cup, semillero del que salieron nombres como Tom Kristensson, Julius Tannert, Jari Huttunen o el hermano pequeño de Thierry Neuville, Yannick.
Quinto clasificado, su paso por el Opel Adam le llevó a dar un paso más y preparar un intenso programa para 2019 que incluía la presencia en el Mundial Junior al volante del Ford Fiesta R2T, así como alguna presencia en el Campeonato de Europa con un Peugeot 208 R2 de primera generación del equipo Saintéloc. Si bien fue un año de aprendizaje, los prometedores resultados en dos de las citas más complejas del JWRC, Gales y Suecia, afianzaron su decisión de continuar compitiendo en la disciplina de los rallyes, e incluso regalarse una participación en el Rallye de Hungría con un Citroën C3 R5, siendo octavo después de haber sufrido un pinchazo y de llevarse un minuto de penalización por no entrar en un control horario a tiempo.
Victoria en su primer Monte-Carlo:
Está claro que las condiciones este año de la prueba monegasca pudieron beneficiar en algún momento a un piloto forjado en los circuitos, sin embargo, las secciones con hielo pusieron en problemas hasta al más experimentado de los competidores de rallyes tal y como pudimos ver con lo sucedido a Sébastien Loeb. Johnston regresaba al Peugeot 208 R2 y allí debía enfrentarse a todo un batallón de pilotos locales con su misma montura en pos de la victoria entre los RC4. Tutelado por otro norteamericano como Crazy Leo, también con experiencias pasadas en el Mundial, el objetivo era el de llegar a meta y tener un rally lo más limpio posible, algo que en Monte-Carlo no es nada fácil de decir a pesar de que Sean ya había demostrado que podía ser competitivo en condiciones de poco grip.
El resultado sería inmejorable, terminando 27º en la clasificación general, primeros en RC4 y mejor dos ruedas motrices, lo que a su vez se convertía en la primera victoria de un piloto estadounidense en el Mundial de Rallyes, lo que pone la guinda a un mes inolvidable para los competidores de las barras y las estrellas después de cosechar sus dos primeras victorias en el Rally Dakar, con Ricky Brabec imponiéndose en motos y Casey Currie haciendo lo propio en Side-By-Side.
Todavía estoy pellizcándome después de este fin de semana pasado. ¡Qué evento elegimos para nuestra primera victoria de rally juntos, y la primera de mi carrera en los rallyes! Comenzamos simplemente con la intención de tener una carrera limpia y obtener algo de experiencia, y luego nos fuimos con más trofeos de los que podíamos llevar. Así que me animé… Este fue un gran paso, y ahora el trabajo continúa.