El Dakar siempre despierta curiosidad. Es prácticamente inevitable ver las imágenes de estos aventureros atravesando desiertos sin sacar a colación alguna de las anécdotas que protagonizaron la carrera. Obviamente una de las más conocidas es aquella que cuenta cómo Jean Todt y una moneda de 10 francos determinaron qué piloto Peugeot, Ari Vatanen o Jacky Ickx, se quedaba con el triunfo en el Dakar 1989, con impresionante cabreo del belga que un año más tarde estaba enfrentándose al finlandés y al resto de la escuadra francesa al volante de un Lada Samara T3.
Casi 30 años después, muchos han comenzado a elucubrar sobre la posibilidad de que vivamos una situación parecida con Bruno Famin, actual director del equipo Peugeot Sport, Stéphane Peterhansel y Carlos Sainz como protagonistas. Todo ello sin ni siquiera haber llegado al ecuador de la prueba, afrontando a partir del sábado la etapa maratón y con las exigencias que supondrán los caminos bolivianos y argentinos hasta la llegada de la carrera a Córdoba. Ocho etapas que determinarán el ganador en cada una de las categorías, siendo hasta ahora la de motos y la de coches las dos más abiertas.
Muchos se temen que la firma del león, a través de Famin, quiera dar por finalizada la batalla, que sea en este caso Sainz el que adopte el papel de Peterhansel en el pasado Ruta de la Seda y que escolte a este hasta la llegada a la meta, tal y como lo hizo Monsieur Dakar con Cyril Despres hace unos meses. Por detrás, los tres Toyota oficiales, incluida la sorpresa Ten Brinke que se mantiene por delante de Al-Attiyah y De Villiers. Ante este escenario, obviamente existe la tentación de desempolvar la moneda de 10 francos, sin embargo, este Dakar 2018 vale más que esa mísera cantidad.
Vale más por el espectáculo vivido en estas cinco primeras etapas, vale más por la tortura a la que se ha sometido a todos los participantes, los cuales acaban de recordar que todavía no han llegado ni tan siquiera al ecuador de la carrera mientras intentan recuperar sus castigados y doloridos cuerpos en la altura de La Paz. Vale más porque es la despedida de Peugeot del Dakar y una marca no puede irse dejando un recuerdo así después de afrontar un proyecto atrevido, del que nadie estaba seguro que, fuera a salir bien después del desastre vivido en la edición de 2015.
Incluso me atrevería a decir que no hay dinero en el mundo o moneda lo suficientemente valiosa que pueda arrebatarnos un duelo entre Stéphane Peterhansel y Carlos Sainz, el que puede ser el último gran duelo de sus respectivas carreras. No nos lo pueden quitar ni a nosotros como apasionados del deporte, ni a dos talentos repletos de ambición como lo son ellos. Vale mucho más que 10 francos el respeto a toda una vida en las carreras, a un matador que aprendió a navegar sin levantar el pie del acelerador, que aumentó el ritmo de una carrera que hasta 2005 se medía en horas y no en minutos. Un piloto que le enseñó a sus hijos que después de cada tropezón hay que levantarse y trabajar aún más.
En el caso de Monsieur Dakar, su sobrenombre y sus 13 victorias no son casualidad. Ha demostrado ser todo un camaleón, adaptándose a los cambios en el escenario de la carrera, sino también al paso de las motos a los coches, la evolución de las mecánicas y especialmente se consiguió amoldar a la llegada de sus nuevos rivales venidos del Mundial de Rallyes. No sólo ha hecho valer su experiencia en el desierto, sino que ha demostrado que puede correr tanto como los Sainz, Nasser o Loeb.
Nos queda una semana de emoción, de segundos que valen oro a pesar de diferencias que se miden en decenas de minutos. De un piloto que saldrá a cazar y de otro que sabe cómo defenderse en este tipo de situaciones. Ya lo demostró hace un año, frente al ‘caníbal’ Loeb. Queda mucha carrera y a buen seguro el Dakar 2018 volverá a hacer su solución natural antes de llegar a Córdoba… Lo único que puedo decir es que este Dakar no puede volver a dirimirse con una simple moneda de 10 francos.