Los actos relacionados con la 101ª edición de las 500 Millas de Indianápolis se cerraron en la noche del lunes con la celebración del banquete en honor al vencedor, Takuma Sato. En él se suelen entregar cheques por el valor de los premios acumulados por cada coche inscrito y se anuncia también el ganador del Rookie del Año. Este año la elección iba a ser discutida fuera quien fuera el elegido y al final se le atribuyó a Fernando Alonso.
Ojo, nadie pone en cuestión el enorme mérito del asturiano en estos locos 25 días entre su primer test en un óvalo y la disputa de las 500 Millas. Estuvo excepcional, no sufrió accidente alguno, fue el debutante más rápido en clasificación, lideró la carrera y sólo la mecánica evitó que viera la bandera a cuadros en una posición de mérito. Pero tampoco se puede olvidar que otro debutante, aunque en su tercera temporada en EEUU y con el título de Indy Lights bajo el brazo acabó tercero: Ed Jones brilló y compensó para Dale Coyne el terrible accidente en clasificación de Sébastien Bourdais.
Aunque pudiera parecer que el Rookie del Año debería ser siempre el mejor clasificado en carrera, no siempre ha sido así. El último caso similar fue el de Simona de Silvestro en 2010, premiada pese a ser superada por Mario Romancini en carrera. Entre los ‘debutantes’ ilustres que recibieron el premio pese a no ser el mejor en carrera se encuentra también Jackie Stewart: Graham Hill ganó como rookie en 1966, pero se le premió por su gran actuación hasta que a nueve vueltas para el final sufrió un problema de presión del carburante.
El Rookie del Año es elegido mediante votación de la prensa especializada local (o al menos podemos asegurar desde Diariomotor Competición que nadie nos envió un mail para votar pese a estar acreditados). Cada periodista parte del jurado debe elegir en orden a dos debutantes.
Foto | IndyCar Series